miércoles, 9 de marzo de 2016

Pequeña chica ¿triste?

Publicado en Diario de Mallorca el 9/3/16



JANIS

Nacionalidad: Estados Unidos, 106 min. Director: Amy Berg. Actores: (documental)
Calificación: ****

Desconocida aquí, como muchos excelentes documentalistas, Amy Berg repasa en Janis la vida de la cantante fallecida en 1970.  El título original es 'Janis, pequeña chica triste', jugando con el doble sentido de blues. Los paralelismos entre Joplin y Amy Winehouse son tan numerosos que es inevitable comparar este documental con el reciente y merecidamente premiado de Asif Kapadia. Ambas cantantes han sido las blueseras blancas más destacadas del último medio siglo: voces desgarradas, corazones salvajes, cabezas llenas de murciélagos, traumas volcados en sus temas, precipicios de alcohol y drogas y desenlaces casi idénticos. Paso a las diferencias: la psique de Amy era más sencilla. Se encontró en la cresta de la ola casi sin darse cuenta y se despeñó por puro vértigo. La de Janis fue muchísimo más compleja. Hiperactividad, fortaleza de carácter, incomprensión absoluta de/a su familia, bisexualidad, promiscuidad, ambición, adicción al lujo, dispersión, mayor resistencia física... Por ello quizás se confunde aburrimiento, o bajones de sus dependencias, con tristeza.

Curiosamente los documentales tienen enfoques inversos. El de Kapadia profundiza más en la chica; el de Berg no rasca tanto ahí (sus innumerables romances, la ruptura con Big Brother o las maquinaciones del representante Albert Grossman apenas están apuntados), y a cambio inserta temas casi completos que siguen erizando los cabellos, los directos de Monterrey o Woodstock, la grabación de Summertime, el Cry baby en una pequeña sala o el Me and Bobby Mcgee en un cuartito con los Grateful Dead. Ese equilibrio entre retrato de la difunta y muestras de su talento es muy interesante y agradecido para los fans, suyos y de la música blues.

jueves, 3 de marzo de 2016

El club

Publicado en Diario de Mallorca el 1/3/16



OSCARS 2016

Vista la lista de nominados, los miembros de la academia de cine norteamericana han aplicado, ¿sorprendentemente?, el más común de los sentidos. Con una doble excepción. El premio al mejor director debería cedérselo Iñarritu a los descendientes de Andrei Tarkovsky, al que ha fusilado sin rubor. Leonardo Di Caprio ha ganado un inmerecido Oscar porque no dárselo hubiera sido una inmerecida humillación. El mejor actor del año, a años luz del resto, es Gèza Röhrig. Mala pata, El hijo de Saul no es una producción anglosajona y sólo se ha llevado el premio al mejor filme forastero.

El resto de premios sí los considero acertados: la ya citada, y escalofriante, El hijo de Saul, el gélido y cáustico Mark Rylance, el iluminante documental Amy, la nada infantil Del revés/Inside out, los guiones de Spotlight y La gran apuesta, el incombustible Ennio Morricone bandeando con los ocho zumbados de Tarantino, y el grapat de premios de consuelo a Mad Max. Con las féminas puntualizo que Brie Larson y Alicia Vikander se lo han ganado además por el conjunto de sus cortas e intachables carreras. 

La mejor película del año, Spotlight, es un compendio de rigurosidad y sobriedad sin renunciar a la emotividad. Es muy recomendable compararla con la chilena El club, injustamente no finalista. Las dos muestran con enfoques antagónicos dos rincones del mismo sumidero. El cacareo previo de los actores y cineastas afroamericanos y latinos ha confirmado que la Academia es un Club. De abueletes blancos llenos de prejuicios. Por suerte, o por viejos más que diablos, han votado con casi todas las neuronas en on. Ahora sólo queda pedirles que abran la ventana y se quiten la pinza de la nariz. Es una quimera, lo sé.


domingo, 14 de febrero de 2016

Cláusula de inmoralidad

Publicado en Diario de Mallorca el 9/2/16



CAROL

Nacionalidad: Estados Unidos, 108 min.
Director: Todd Haynes
Actores:  Cate Blanchett, Rooney Mara, Kyle Chandler, Sarah Paulson
Calificación: ****

En 1952 el científico británico Alan Turing fue detenido por homosexual y le dieron a elegir entre cárcel o castración química. Ese mismo año la escritora norteamericana Patricia Highsmith (Extraños en un tren, El amigo americano o A pleno sol adaptan novelas suyas) publicó El precio de la sal, sobre una relación homosexual femenina con final feliz, desafiando a los que consideraban la homosexualidad una enfermedad o desviación. 

El argumento es muy sencillo: chica conoce chica. Una es más mayor (Blanchett), casada y con una hija; la otra (Mara) es una joven dependienta de comercio con el despiste propio de su edad. En una sociedad abierta no habría historia. El escollo aquí es que el marido (Chandler) conoce las inquietudes sexuales de su mujer y aprovecha  una ley arcaica para impedir, o hacer el máximo daño posible, a su mujer. Aunque esa trama remarca bien el puritanismo de la época, novela y película inciden tanto o más en la pasión de las dos mujeres. La obra escrita utiliza muchos monólogos para desarrollar sus pensamientos y sentimientos. El guión de Phyllis Nagy (amiga de Highsmith) ha tardado veinte años en ver la luz por la dificultad de trasladar eso evitando socorridas voces en off. Lo hace por el medio más difícil, la dirección y fotografía. Largos planos de la dos actrices, excelsas ambas, cruzándose miradas o sumidas en sus pensamientos sobre una ambientación exquisita. Carol es una película lenta, sin la pasión desaforada de La vida de Adèle, pero ofrece un brillante equilibrio entre el genuino amor de las protagonistas y la denuncia de su opresión por una sociedad (aún hoy) muy patriarcal y machista.

jueves, 4 de febrero de 2016

Los buenos alemanes

Publicado en Diario de Mallorca el 2/2/16


SPOTLIGHT

Nacionalidad: Estados Unidos, 128 min. Director: Tom McCarthy. Actores:  Michael Keaton, Mark Ruffalo, Lev Schrieber, Rachel McAdams, Stanley Tucci
Calificación: ****1/2

Spotlight narra como a principios de este siglo los periodistas del diario The Boston Globe (el título del filme se refiere al equipo de reporteros encargados de investigar temas en profundidad) destaparon una trama de abusos sexuales del clero católico. Siendo un relato bastante lineal y ortodoxo, sin la menor floritura cinematográfica ni narrativa, la película llega al fondo del problema: La manipulación del cardenal de esa región para convencer a periodistas y feligreses de que los casos se limitaban a unas inevitables manzanas podridas. A mitad del filme un garganta profunda les dice que el porcentaje era del 6%, o sea 90 sobre 1500 párrocos o sacerdotes sólo en el área de Boston. Al final la cifra resultó ser más alta aún y escala mundial, espeluznante. Entonces, ¿por qué no saltaron antes las alarmas? La película cita la metáfora de los buenos alemanes, sobre los ciudadanos que durante el régimen nazi cerraron los ojos a sus barbaridades. Por ello, porque los católicos en Boston eran/son una comunidad muy cerrada, con códigos casi sicilianos, los periodistas de esa creencia se tragaron el engaño de los capos del clero y abogados afines. Tres forasteros, un judío recién aterrizado como editor -Schrieber-, un reportero de origen portugués -Rúfalo-, y un abogado de origen armenio -Tucci-; más los rápidos reflejos de otros católicos -Keaton, McAdams y D'Arcy James-, lograron romper ese cristal invisible y blindado. 

Todo esto lo desarrolla Tom McCarthy (El discurso del rey) con seriedad y contención y a la vez con bastante amenidad y un conjunto de excelentes actuaciones. Gran película, sobre un tema muy actual que exige tolerancia cero.

jueves, 28 de enero de 2016

Profetas en la marisma

Publicado en Diario de Mallorca el 24/1/16


LA GRAN APUESTA

Nacionalidad: Estados Unidos, 130 min. Director: Adam McKay. Actores: Christian Bale, Steve Carell, Brad Pitt, Ryan Gosling
Calificación: ****1/2

Adaptando el ensayo de Michael Lewis (autor también de Moneyball), La gran apuesta recrea el prólogo (2006-2007) y posterior pinchazo de la burbuja inmobiliaria y financiera estadounidense. La película exige concentración a los leguleyos en temas financieros. A cambio se esfuerza por explicarlo con algunas metáforas (el casino, nunca mejor dicho, o el juego de la torre de listoncitos de madera). Y lo cuenta además con gracia. Está a mitad de camino entre la seriedad formal de Margin call y el desmadre de El lobo de Wall Street

Las tres forman un tríptico demoledor sobre el capitalismo de las últimas décadas. Es un circo, un casino dirigido, o como mínimo amparado, por los políticos. Pero La gran apuesta (junto con el documental Inside Job) va más lejos en la denuncia. Sus protagonistas no son ángeles (“los santos no viven en Park Avenue”, frase del filme). Son gestores de fondos de inversión que viendo acercarse el iceberg saltaron sobre él. Apostaron sobre ese pinchazo no a ciegas, sino por indicios muy evidentes (retrasos en pagos de hipotecas, visitas a urbanizaciones fantasma, comprobación de la relajación en valoración de riesgos y supervisión de las autoridades), enfrentándose durante muchos meses a la incomprensión, burlas, hostilidad y presiones de clientes y colegas. Al final no renunciaron al pelotazo, se llevaron una buena tajada, pero dejaron de especular tan alegremente. El ritmo de la película, las actuaciones (más que Christian Bale el que borda su papel es Steve Carell), la banda sonora (Kurt Cobain, Pharrel Williams, Gorillaz, Neil Young…), hacen muy digerible esta denuncia, sin perder un ápice de contundencia.

lunes, 25 de enero de 2016

Sonderkommandos

Publicado en Diario de Mallorca el 19/1/16



EL HIJO DE SAUL

Nacionalidad: Hungría, 107 min. Director: Lazslo Nemec. Actores: Gèza Röring, Levent Molnar,
Calificación: *****

Arranco con las dos únicas macas en la película. Una, me ha despistado la historia del niño que da título al filme. ¿Es real, o producto del comprensible desvarío en el que ha caído el protagonista? Segunda, no tan nimia, es la omisión de la fecha. Da la impresión de que tal como llegaban los prisioneros a Auschwitz eran gaseados o fusilados, y eso sólo ocurrió al final de la guerra.

El resto son parabienes. El primero, el valor de retratar y reivindicar a los sonderkommandos, las cuadrillas de prisioneros judíos a las que los nazis subrogaron el trabajo más ingrato del exterminio a cambio de comida y alargar sus vidas unas semanas o como mucho meses. Ellos aceptaron como resquicio para intentar escapar. No fueron esquiroles. Ante la magnitud del horror que contemplaban cada día era imposible serlo. Otra gran virtud del filme es que evita al espectador las imágenes más insoportables con un astuto recurso, pegar la cámara al rostro y la nuca del protagonista. Las brutalidades quedan en un segundo plano, muchas veces desenfocado. Eso sí, los sonidos permiten reconstruir lo que ocurre. La fotografía es un formato muy cuadrado, como el pretérito cine mudo o la reciente Ida. Un modo adicional de esconder atrocidades y una metáfora de las orejeras que llevan los sonderkommandos. La interpretación de Gèza Röring es antológica, recuerda precisamente a las de las mejores obras del expresionismo (Murnau o el Fritz Lang europeo). Además de testimonio, El hijo de Saul es una inmensa película por sus valores cinematográficos, superior a La lista de Schindler o El pianista. Dentro de medio o un siglo, estoy convencido, mantendrá toda su fuerza e impacto. 

martes, 19 de enero de 2016

7 (+1) blanquitos

Publicado en Diario de Mallorca el 18/1/16

LOS ODIOSOS OCHO

Nacionalidad: Estados Unidos, 167 min. Director: Quentin Tarantino- Actores: Samuel L. Jackson, Kurt Russell Jennifer Jason Leigh, Tim Roth, Michael Madsen
Calificación: ***1/2

La octava película de Quentin Tarantino (así lo anuncia en los créditos iniciales) se pergeñó, muy inicialmente, como secuela de Django desencadenado. Se mantiene la época (la turbulenta posguerra civil norteamericana, periodo histórico tratado también en la reciente Slow west) y un coprotagonista afroamericano (Samuel L. Jackson en este caso). Las tensiones raciales ya no son el tema central aunque mantienen un visible segundo plano. El primero es un Tarantino desencadenado en su faceta más gamberra y provocadora: Estructura capitular. Ocho hombres de muy incierta reputación atrapados por un temporal de nieve en una cabaña matándose entre ellos por una deslenguada mujer y un fajo de quiméricas recompensas. Muchos gags y guiños, para todos los gustos y sensibilidades. Sutiles (la cabaña es una mercería regentada por otra afroamericana; Tim Roth haciéndose pasar por verdugo con lenguaje y modales de Shakespeare), soeces (antológico el gag de la felación), engañosamente misóginos (Leigh recibe de lo lindo), casquería (la matanza final) y cinéfilo/literarios (homenajes confesos a Stephen King -La cosa- y Agatha Christie -Diez negritos-). En el reparto tampoco falla Tarantino: Agradecido Kurt Russell (La cosa, Stargate); repetidores Madsen y Jackson; pillo Tim Roth, segunda juventud en su tercera edad para Bruce Dern, y barra libre de tacos y moratones para Jason Leigh. La banda sonora tiene dos mayúsculas, Ennio y Morricone, más un par de apéndices de Jack White y Roy Orbison. Resumido: casi tres horas de spaguetti western con versos de Agatha Christie, latigazos de humor negro, borbotones gore y el mazo, la marca inconfundible, de un Tarantino en plenitud de forma.

martes, 12 de enero de 2016

Decencia y talento



STEVE JOBS

Nacionalidad: Estados Unidos, 121 min. Director: Danny Boyle. Actores: Michael Fassbender, Kate Winslet, Jeff Daniels, Seth Rogen
Calificación: ****

Destaca Steve Jobs sobre el Jobs de hace un par de años en la conjunción de talentos en todos los niveles. Danny Boyle (dirección), Aaron Sorkin (guión), Daniel Pemberton (música) y los actores Michael Fassbender, Kate Winslet, Jeff Daniels o Seth Rogen. Ninguno precisa presentación ni justificación.

Vamos con la chicha, el guión. Frente a la amplitud y dispersión de muchas biografías, Sorkin recrea sendos psicodramas en tres momentos clave: las bambalinas previas a las presentaciones de tres ordenadores, el primer Mcintosh, el Next y el iMac. Ha cribado los personajes secundarios, centrándose en la primera mujer de Jobs y la hija de ambos, y, de Apple, en su asistente, el director financiero y los programadores Steve Wozniak y Andy Hertzfeld. El tema principal es si el talento, la inteligencia y el liderazgo a muy altos niveles conllevan perentoriamente un ego desmesurado y una coraza, un bloqueo, de los sentimientos y la ética. Tema ya tratado por Sorkin, igual que el juego de tronos empresarial, en La red social. Una ramificación es si ese bloqueo tuvo su origen en la infancia de Steve, su trauma por ser rechazado por los primeros padres que le adoptaron. ¿Causa o excusa? La dirección, la fotografía, el montaje, la música, las actuaciones (Fassbender ha evitado la trampa de imitar los gestos del retratado, lo ha llevado a su terreno) completan un impecable, a nivel cinematográfico, biopic. Como retrato del difunto es incompleto. Sorkin orilla otros nubarrones como su amagada adicción al lujo, su desprecio a la filantropía o su fanatismo con la alimentación; y omite momentos positivos, que los hubo, con su primera mujer o con Woz.

martes, 4 de agosto de 2015

Ángel o demonio

Publicado en Diario de Mallorca el 2/8/15


GHADI

Nacionalidad: Líbano, 95 min. Director: Amin Dora. Actores: Georges Khabbaz, Lara Matar, Calificación: ****1/2

Ghadi narra la vida de un barrio cristiano en Líbano. Las casas bajas forman una comunidad de vecinos horizontal, con la (falta de) intimidad global y los (pequeños) vicios particulares previsibles. El protagonista (Khabbaz, guionista también) es un profesor de música. Cuando su tercer vástago nace con síndrome de Down (Khairallah), la vida del barrio se revoluciona, y le exigen que lo interne en un centro específico. 

Tras un primer acto muy costumbrista, con mucha voz en off, el segundo se dispara con una trama que firmarían Berlanga o Marco Ferreri en su época más incisiva; el tercero retorna a la senda inicial. Aunque en clave de comedia, la película plantea la gravedad del problema: En comunidades pequeñas y con un desarrollo cultural diferente a las occidentales las anomalías físicas o psíquicas se tratan como estigmas. Trasluce (en este caso) que, más que hartazgo por los berridos del niño, hay un miedo atávico al contagio, egoísmo, incapacidad, a pesar del fervor religioso, de aceptar fallos de la diosa naturaleza. Los vecinos saben que un internado para discapacitados será una cárcel para el chico, y aun así insisten. Demonizar al desamparado es lo más fácil para ellos. Y a la vez, por esa misma pereza e incultura, son fáciles de manipular. El niño, siendo el personaje pivotal, tiene una presencia escasa. Tampoco hace falta mostrarlo más. Khabbaz y el director Dora pisan, es cierto, el cómodo pasto del costumbrismo, sin apenas riesgos en la ambientación, puesta en escena o banda sonora. Pero el planteamiento y el tono soportan toda la película, subrayando bien la injusticia del tema, con un zarpazo de originalidad y muchísima ternura.

jueves, 23 de julio de 2015

Por tierra, mar y celuloide

Publicado en el suplemento Bellver de Diario de Mallorca el 23/7/15



CINE DE VIAJES

La literatura de viajes, tanto en ficción como ensayos, es un género consolidado. En el séptimo arte es más secundario y difuso. Aún así tiene hitos importantes, con historias muy variadas que merecen ser descubiertas o vistas de nuevo.

“Viajar es una ilusión. Nunca se llega.” La frase, de Rafael Sanchez Ferlosio, me viene a la memoria cada vez que empaqueto ropa en una maleta. Otro, no recuerdo el autor, sostenía que todas las obras de ficción arrancan con alguien llegando o partiendo.

El cine de viajes muestra periplos reales e imaginados voluntarios y forzosos, placenteros, terapéuticos, o dramáticos, determinados o despendolados. El género como tal es entre inexistente y difuso. La subsiguiente selección de filmes es personal, subjetiva, variada, razonada y desordenada. 

Viaje a Darjeeling (Wes Anderson, 2007). Se acusa a Anderson de ser epatante por fuera y poroso por dentro. No lo comparto. Bajo la sombrilla del personalísimo estilo del director esta película trata de tres hermanos adultos en busca de una madre ausente, renuente y al final madre, como tenía que ser. 

Antes del amanecer (Richard Linklater, 1995). Con un bono para viajar por toda Europa en tren durante meses, dos jóvenes, una francesa y un americano, tienen un fugaz romance en Viena que dura lo que el arco de la luna. Película entrañable, sencilla, mágica casi.

Alma salvaje (Jean-Marc Vallee, 2014). La historia real, ocurrida en 1995 de una chica que troca una senda (metafórica) de autodestrucción por una (física) de 2500 kms que recorre la costa oeste estadounidense de sur a norte. Impecable adaptación del ensayo y gran actuación de Reese Whiterspoon. 

Easy rider (Dennis Hopper, 1969). Mítica road movie. Dos hippies (Hopper y Peter Fonda), venden una partida de droga, se suben a sus Harleys y viajan desde Los Angeles a Nueva Orleans. La película muestra que el fenómeno hippie era mucho más limitado, estaba menos arraigado de lo que glosaban los medios de comunicación. El trágico final es premonitorio del fin del flower power.

Entre copas (Alexander Payne, 2004). Esta película puso en órbita a Payne (Los descendientes, Nebraska) y al actor Paul Giamatti. Dos amigos se escapan unos días por los viñedos californianos, uno simpático y neurótico; el otro un discreto pichabrava. Visualmente se nota el limitado presupuesto, aunque mantiene gracia y encanto. 

Hacia rutas salvajes (Sean Penn, 2007). Sean Penn adapta con arte el acongojante ensayo de Jon Krakauer. La historia real de un joven idealista que tras dar tumbos por el país se obsesionó con vivir solo en y de la naturaleza, con desafortunado y triste final.

Priscilla, reina del desierto (Stephen Elliott, 1994). Dos drag queens y un transexual se lanzan en un autobús de segunda mano por el desierto australiano. Curiosa, divertida, animosa y abierta de miras road movie. 

Thelma y Louise (Ridley Scott, 1991). Scott  arrancó con tanto poderío (Los duelistas, Alien, Blade Runner) que no fue capaz de remontar –a nivel de calidad y profundidad- el bache posterior. Thelma y Louise no alcanza las cotas de las obras anteriores pero el oficio del director, la originalidad del guion –road movie  feminista- y las actuaciones (Geena Davis Susan Sarandon y un imberbe Brad Pitt) resisten el paso del tiempo. 

Y tu mamá también (Alfonso Cuarón, 2001). Otra buena road movie, esta latina. Dos amigos (pipiolos también Diego Luna y Gaël Garcia-Bernal) y una mujer algo mayor (Maribel Verdú) viajan por Méjico y hacen un master en amistad, sexo, baches y subidones de la vida. Emotiva y muy creíble.

La reina de África. (John Huston, 1951). Es una viaje forzoso, por las puñetas de la guerra, y delicioso cortesía del guión de James Agee, la dirección de Huston y la química entre Bogart y Hepburn. Una de esas películas que se pueden mil veces sin soltar medio bostezo.

Lost in translation. (Sofia Coppola, 2003). Las desventuras de un yanqui (Bill Murray) en la capital nipona y sus escarceos con la bella Scarlett Johansson no provocan carcajadas pero dejan un cosquilleo en la tripa y las neuronas.

Quedan muchas películas en el banquillo y suelto un puñado de corrido: El viaje a ninguna parte de Fernán Gómez, El camino de Emilio Estévez, La playa, Come, reza, ama, Diarios de la motocicleta, El hombre que pudo reinar - Huston cómo no-, Pequeña Miss Sunshine o las adaptaciones de On the road o Miedo y asco en Las Vegas. Gusten más o menos, todas garantizan evasión, sonrisas o lágrimas sin moverse de casa.