PRECEDENTES DEL BOOM DE SERIES DE CALIDAD
La ficción televisiva de calidad vive una época dorada. Juego de tronos, Breaking bad, The Wire, Mad men y otras encandilan a la audiencia y a los críticos más exigentes. Su eclosión se debe a una suma de circunstancias favorables, pero tiene precedentes.
¿Qué pasó entonces? ¿Por qué, sobre todo en este último lustro, están arrasando este tipo de series? La primera causa es la más evidente y conocida. A finales del siglo XX HBO era una emisora de televisión por satélite con finanzas saneadas. Adquirida por Time Warner, sus ejecutivos decidieron tantear al segmento de audiencia más selecto. Hicieron números y vieron que sumando unas pequeñas ventas internacionales y DVD podían gastarse más en guiones, actores y producción sin obsesionarse por el share televisivo que obtuvieran.
Previamente HBO ya estaba teniendo éxito con Sexo en Nueva York. La buena recepción de ambas y otras como Dos metros bajo tierra, animó a los ejecutivos a seguir arriesgando. The wire no obtuvo audiencias sonadas pero si unas críticas excelsas que se tradujeron en atención mediática bienvenida. De los primeros años del siglo XX también destacan las series The Pacific (sobre escaramuzas navales en el Pacífico) y Band of Brothers.
Enrachados, los de HBO dieron luz verde a una saga de literatura fantástica titulada Canción de hielo y fuego, de George R.R. Martin. El boca a boca a tenido más fuerza que la eyección de un violcán. Las peripecias de Tyrion Lannister, Kaleesi o los sufrientes Stark merecen no un artículo aparte sino un especial completo de este suplemento.
A rebufo de HBO se puso AMC. La empresa tiene una extensísima red de cines y tenía un canal de televisión por el que pasaban muchas películas adquiridas. Con una mezcla idéntica de talento olfativo y asunción de riesgos produjeron series de gran notoriedad y variedad temática como Mad men (publicistas en los años 50), The walking dead (zombies en futuro distópico) o Breaking bad (profesor desahuciado prueba suerte como narcotraficante).
Una segunda causa del éxito de estas series ha sido también el avance tecnológico. Muchos hogares tienen ya televisores de 40' mínimo y con una calidad exponencialmente superior. Eso justifica la inversión de las productoras en localizaciones, decorados y atrezo.
Todo esto lleva a una conclusión simple y evidente. La ficción de calidad no distingue formatos. La separación entre la gran y la pequeña pantalla es cada vez más fina, tanto en el aspecto físico, tecnológico, como en los contenidos. Los espectadores somos los grandes beneficiados.

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