PERDER LA RAZON
Nacionalidad: Belgica, Francia, Suiza, 111 min. Director: Joachim Lafosse. Actores: Niels Arestrup, Tahar Raim, Emilie Dequenne
Si el cine negro está alumbrando una prometedora generación de discípulos de Scorsese (Michôd, Winding Refn), en Europa Ulrich Seidl (trilogía Paraíso) o Joachim Lafosse siguen los pasos del Haneke más reciente: historias muy corrientes, personajes muy reconocibles y tragedias latentes. A escasos centímetros de la superficie, lo que exige máxima finura en guión, realización e interpretaciones.
Perder la razón sigue a una familia algo atípica pero no infrecuente. Un médico de provincias, soltero y sin problemas económicos (Arestrup) adopta a un chico marroquí Raim). Cuando éste se hace mayor se enamora de una chica (Dequenne), se casan, se van a vivir con el padrastro y tienen cuatro hijos. Como en Amor, no pasa nada llamativo. No pasa y sí pasa. Porque Lafosse muestra cómo los tres, de forma imperceptible para ellos, van bajando la guardia y dejando que germinen pequeños conflictos que les distancian entre sí. El médico pasa de protector y comprensivo a paternalista; el marroquí, agobiado por las obligaciones domésticas, se escapa de vez en cuando a su país de origen; la chica, en similar situación, cae en una depresión que los dos hombres no detectan. El guión estirá bastante la gestación del drama. La realización se mueve entre los planos muy cerrados de los protagonistas y discretos planos medios, con insistencia en tomar distancia desde los quicios de las puertas. El reparto junta de nuevo (soberbios ambos en Un profeta) a Raim y Arestrup, con Dequenne (Rosetta) igual de excelsa. Sin igualar la sencillez y profundidad delos filmes de Haneke, Perder la razón impacta porque muestra que no es difícil caer en una espiral negativa y dejarse tentar por las soluciones extremas.
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