TRES ANIVERSARIOS
Se tiende a recordar los años 60 como una década luminosa: Los babyboomers americanos de la posguerra comenzaban a madurar, a pensar y a soñar con cambiar el mundo. La euforia de esa nueva generación culminó en el flower power y el mayo del 68. Sin embargo en 1962 (hace medio siglo justo) se publicaron dos novelas que mostraban que el mundo no era tan rijoso como se pretendía creer. Esas novelas dieron pie, casi una década después, a dos obras maestras, y opuestas, de la historia del cine.
La naranja mecánica. La novela de Anthony Burguess nació como un exabrupto. En la guerra su mujer fue violada por unos soldados americanos. En 1962 necesitaba dinero, un editor le propuso que escribiera algo juvenil y provocador y el británico parió la obra en menos de tres semanas. Cuando Kubrick la llevó al cine la novela se vendió como rosquillas. Tanto que vampirizó el resto de la obra de Burguess, lo cual le produjo no poca amargura. A Kubrick le llegó (aunque parezca inverosímil) de rebote. El primer detentor de los derechos fue Mick Jagger. No acabó de verse como líder de unos sicópatas sociópatas y los revendió con su conocida astucia. A Kubrick le llegó tras descartar una recreación de la batalla de Waterloo, y vino recomendada por Terry Southern (escritor psicodélico y guionista de Teléfono Rojo...). Una vez en marcha se repitieron las dosis de genialidad, tiranía y luminosas improvisaciones (el 'Singing in the rain' por parte de McDowell) marca de del reputado y endiosado cineasta.

La historia, como la de los descerebrados ingleses, recuerda que los brotes verdes de esos años 60 tenían unas raíces podridas. Violencias latentes porque el sistema, el poder, mantenía su mano de hierro. Como las películas no vieron la luz hasta una década después, se las asocia con los 70. Es lo mismo, nada cambió;
poco ha cambiado desde entonces.

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