OSCARS 2012
Tras las quinielas previas (Javier Clemente decía que en España hay 40 millones de seleccionadores nacionales; aplíquese el equivalente a los cinéfilos internacionales), se atisban las corrientes subterráneas que han marcado el voto definitivo de los académicos, de las cuales un simple mortal extrae las siguientes lecturas:
a) The Artist vende optimismo, nostálgico y contagioso, en un momento en que el barómetro emocional de gran parte de los humanos está por los suelos. Evasión pura como (¿única?) vacuna anticrisis. Hazanavizius ha merecido el premio por los redaños y por encubrir la fragilidad del guión con una música y un ritmo hipnotizantes.
b) Jean Dujardin baila y sonríe mejor que nadie. Actuar es mucho más que encandilar. Los coaches (antes llamados psicólogos) de George Clooney, Brad Pitt y Gary Oldman van a trabajar a destajo esta semana. Cristopher Plummer sí que es un actor, con mayúsculas y negrita. Además de este merecido Oscar, ha mostrado también su talento en el Millenium de David Fincher.
c) Bajo el yugo de un presidente socialdemócrata (y de piel oscura) los simpatizantes del Tea Party han mostrado la patita en la estatuilla a Meryl Streep/Maggie Thatcher. Y utilizado el de Octavia Spencer como Aquaplast para disimular.
d) Los premios para los guiones han servido una vez más como comodines de consuelo. Hubiera sido demasiado cruel que Los descendientes se fuera con las manos vacías. Y a Woody Allen poco a poco le van reconociendo su perseverancia e indestructible sensibilidad.
e) Nader y Simin una separación es la mejor película del año, dentro y fuera de Hollywood, como La vida de los otros hace un lustro. Tras la austeridad formal, casi de docudrama televisivo, aflora un drama tan universal y reconocible como demoledor.
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