viernes, 19 de octubre de 2012

¡E-oeoe-oeoeeee!


Publicado en el suplemento Bellver de Diario de Mallorca el 18/10/12

TARZAN

Como el Robinson Crusoe de Defoe y, en menor medida El mundo perdido de Conan Doyle, Rice Borroughs consiguió tocar una fibra muy sensible en los terrícolas del siglo XX. Recordemos: la Segunda Revolución Industrial nos había distanciado definitivamente del resto de seres vivos del planeta (e indirectamente provocó la Primera Guerra Mundial). El progreso, en el sentido más tecnológico del término, era la palabra de moda. Y sin embargo, muy a pesar de algunos, seguíamos (aún no lo sabíamos) compartiendo el 98% de los genes con los primates. Por eso las historias de supervivencia en la naturaleza más virgen y prehumana conmovieron tanto. 

Rice Borroughs fue muy astuto al dar la vuelta a una premisa argumental. En vez de retratar a un buen salvaje que se adapta a la vida moderna, eligió a un hombre moderno que se adapta, por dichosas vueltas del destino, a la vida salvaje. Y para hacerlo aún más digerible le puso de compañera a una humana (de buena familia, como no) y un mono como mascota. Traducido al bable: carne de best-seller, en el formato que fuera o fuese.

Por ello la progresiva consolidación del cine como espectáculo de entretenimiento incorporó enseguida al hombre mono. Elmo Lincoln fue su primer rostro popular. La llegada del cine sonoro provocó un relevo generacional y un exnadador de origen rumano, Johnny Weismuller se convirtió en la encarnación más celebrada durante más de medio siglo. Su 'Yo Tarzán, tú Jane' y el estentóreo alarido fueron imitados, burlados, parafraseados, millones de veces en cientos de culturas diferentes. 

Convertido en un icono de masas, el relevo fue complicado. Lex Barker y Gordon Scott salieron, por los pelos, airosos de la comparación con Weismuller. La sobreexplotación del personaje en cine y televisión en los años cincuenta dejó un rastro de selva quemada para las siguientes generaciones de cineastas y actores.  Sólo había dos caminos. Uno era el 'mas de lo mismo' con el peligro de no despertar el suficiente interés en el agotado público. Es lo que hizo John Derek en 1981, con Miles O'Keefe interpretando al fornido salvaje y, adivinen, Bo Derek encarnando a una voluptuosa Jane. Pocos años después, en 1984, Hugh Hudson probó una la vuelta a los orígenes, hurgar en la versión más salvaje, más introvertida, más realista, más atormentada. Con el francés Christopher Lambert de protagonista y Andie McDowell como réplica femenina, obtuvo un aceptable éxito de público y crítica, y supuso un buen trampolín para la carrera del actor. 

Desde entonces no se han vuelto a tener noticias. Sólo una adaptación de 1998, Tarzán y la ciudad perdida por Carl Shenkel y protagonizada por Casper van Diem (Starship troopers). Se vendió una vez más como la más fiel a la obra original pero despertó bastante bostezos en el escaso público que la vio. Y, cuentan los enterados del gremio, hay un proyecto flotando en la productora Warner que no acaba de cuajar.

Entre las primeras películas mudas y las más (relativamente recientes) hay un sinfín de recreaciones en formato de animación y para la pequeña pantalla. Amén, el cebo era ineludible, de varias versiones para cine adulto, una de ellas con el célebre actor Rocco Siffredi.

Aunque de capa caída en el cine, la vigencia del personaje se mantiene. Los nostálgicos tenemos y tendremos siempre a mano, en filmotecas digitales o los momentos estelares de Youtube, a Johnny Weismuller con su atribulado hablar y su retumbante grito.

No hay comentarios: