domingo, 28 de noviembre de 2010

El brutamonte

Publicado en Diario de Mallorca el 29/11/10

ENTRE LOBOS

Nacionalidad: España, 101 min. Director: Gerardo Olivares. Actores: Sancho Gracia, Juan José Ballesta, Manuel Camacho, Carlos Bardem

Hay una sensible diferencia entre El pequeño salvaje (Françios Truffaut), El enigma de Kaspar Hauser (Werner Herzog) y Entre lobos. El niño protagonista de la primera se crió en un bosque francés; el de la película de Herzog vivió encerrado en el sótano de Nüremberg. Ambas películas cuentan el después, los esfuerzos para “civilizarlos”. Entre lobos, adaptando un ensayo de Gabriel Janer Manila, cuenta el antes y el durante de un chico que se asilvestró en un latifundio de Sierra Morena durante la posguerra. Hijo de unos pastores míseros y analfabetos, se crió entre humanos y sabía hablar. A los siete años su padre saldó una deuda con el terrateniente cediéndoselo y éste lo colocó como ayudante de un cabrero eremita. Un par de años después su mentor murió y el chico eligió esconderse entre cánidos salvajes por no soportar a los esbirros del amo. Éstos conocían perfectamente su presencia (le apodaban El brutamonte) y lo devolvieron a la sociedad sólo cuando el chico ayudó a un bandolero, para darle un escarmiento.

La película de Gerardo Olivares está más cerca de Carroll Ballard (El corcel negro, Los lobos no lloran) en su enfoque naturalista. Cae, hay que decirlo, en un cierto maniqueismo. Acentúa la inhumanidad del terrateniente y su capataz frente a la armonía de la vida animal, y retrata al chico como prototipo de buen salvaje. Ese simplismo, y la música redundante, se compensan con el gran trabajo de los actores (Camacho, Bardem, Gracia) y el recordatorio, siempre necesario, de que la naturaleza no es nuestra enemiga.

1 comentario:

Pedro Bonache dijo...

Hola Fernando, me ha gustado esta reseña y coincido en que quizás se abusa de la música dejando en un segundo plano los sonidos naturales, pero creo que tampoco es excesivamente simplista como dices, realmente los terratenientes o muchos de ellos apreciaban mas a un buen caballo o a un buen galgo que a muchos de sus braceros, era algo normal en esas epocas y en esos entornos. Y creo que la secuencia final en la que Marcos trata de volar con sus alas de corcho resume el mensaje de su aislamiento, simplemente creció en la ingenuidad y el relajo de no tener que competir con otros humanos.
Un saludo.