Paseo de ronda
1. Arranco con una despedida, la de Sidney Lumet. No ha merecido una página entera porque le faltó un punto de talento y personalidad para entrar en la categoría de clásicos. No por ello dejó de ser un cineasta notable. Como sus compañeros de generación, Pollack, Frankenheimer, Penn, Mulligan o Shaffner, no se les asocia automáticamente con una película magistral o memorable. La falta de ese plus de los elegidos la compensó Lumet con una visión desapacible, sin medias tintas, del mundo que nos rodea: la podredumbre legal en 12 hombres sin piedad o Veredicto final, la ácidez de Tarde de perros o Antes de que el diablo sepa que has muerto (rodada a los 83 años), o la despiadada visión de los ejecutivos televisivos en Network (Oscars para Paddy Chayefsky por el guión y Peter Finch y Faye Dunaway por sus actuaciones). Más de 40 películas en total que dan fe de su pasión por el cine.
2. El director británico Michael Radford (El cartero y Pablo Neruda) y la productora Alejandra Frade se han metido en un doloroso pleito por la película La mula. Las empresas de ambos tenían un tercio del proyecto cada una. Las desavenencias derivaron en impagos, final abrupto del rodaje y denuncias cruzadas. Frade es hija de José, productor de cine y televisión de la vieja escuela con fama de absolutista y cicatero. Si un pequeño porcentaje de sus genes se ha propalado, pintan bastos para el inglés. El meollo puede ser ese o una entrega más de La guerra de los Egos. Directores adictos al “Quiero más dinero/medios/tiempo/control del producto” vs. productores encasquillados en el “Aqui se hace lo que me sale del bolsillo”.
3. Catherine Zeta-Jones ha sufrido un transtorno bipolar. Repaso en Wikipedia la lista de colegas damnificados y veo que la actriz galesa comparte cartel con Mel Gibson, Carrie Fisher, Vivien Leigh, Burgess Meredith, Gene Tierney o Jean Claude Van Damme. Casos confesos, punta de iceberg de los ocultos por humanitarias razones. Rebusco estadísticas y resulta que un 3-5% de la población sufre esa patología. Estudios parciales añaden que a) un 40% de esos sufrientes tiene problemas con el alcohol y las drogas; y b) la frecuencia es mayor entre personas más inteligentes. A punto de concluir que los actores son más ingeniosos y viciosos que el resto de mortales, echo el freno al recordar a Mark Twain: “Hay tres clases de mentiras: mentiras, malditas mentiras y estadísticas.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario