Publicado en Diario de Mallorca el 14/1/13
AMOR
Nacionalidad: Francia, 127 min. Director: Michael Haneke. Actores: Jean-Louis Trintignant, Emanuelle Riva, Isabelle Huppert
Nacemos y morimos. Que tontería, ¿verdad? En La cueva de los sueños olvidados unos científicos nos muestran unas pinturas primitivas. En Esto no es una película, un cineasta nos cuenta el guión de una futura película sobre la alfombra de su casa. En Amor un anciano cuida de su mujer en la vivienda de ambos durante las semanas finales de vida de ella. Nada más. Las tres películas son anticine. No ocurre prácticamente nada. ¿Por qué entonces han sido aclamadas? ¿Cual es su interés? Pues que tocan y alcanzan el tuétano de tres temas capitales: En la película de Herzog el nacimiento de la cultura. En la de Panahi, el derecho a la libertad de expresión. En la de Haneke, el derecho a un tránsito digno a la muerte.
Repito, en la película no ocurre nada. Y lo que ocurre al final (el cómo) es casi, casi lógico. Es la vida. En algunas especies animales y algunas etnias premodernas los individuos de edad avanzada que intuyen su final cercano se separan del grupo para no molestar. Es lo que hace la pareja protagonista de Amor, solo que en un lujoso piso de París. Esto es lo que nos cuenta Haneke. En un escenario único y con tres personajes. Con tres actuaciones para las que no hay adjetivos en el diccionario (soberbias, magistrales, se quedan cortas). Amor ha recibido ya quince premios y diecisiete nominaciones, incluyendo la Palma de Oro en Cannes, los cinco premios principales de la Academia de Cine Europeo y cinco nominaciones a los Oscars. Una película en la que, repito por tercera vez, no pasa (casi) nada. O muchísimo, según con la sensibilidad que se mire.
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