Publicado en Diario de Mallorca el 30/1/13
BESTIAS DEL SUR SALVAJE
Nacionalidad: Estados Unidos, 92 min. Director: Benh Zeitlin. Actores: Quvenzhane Wallis, Dwighte Henry, Lowell Landes, Gina Montana
Nominada a cuatro destacados Oscars (y Cámara de Oro en el Festival de Cannes), Bestias del sur salvaje apunta a una dulce derrota. Dulce porque es una producción muy modesta, con director novato y actores no profesionales. Y porque narra una historia (adaptada de una obra teatral de Lucy Alibar) muy, ¿demasiado?, original. Los protagonistas son una niña de unos seis años y su padre. Viven en una comuna de cuasi indigentes en las marismas de Nueva Orleans (bautizada por ellos como La bañera), fuera de los diques construidos tras el huracán Katrina. Su padre es alcohólico y sufre leucemia; ella sobrevive en estado semisalvaje y echa de menos a su desaparecida madre.
El arranque de la película es brutal: Media docena de planos con los desvencijados contenedores reciclados para vivienda, los animales pululando por la chatarra, la barca construida con el maletero de una pickup, la niña corriendo con fuegos artificiales... El tercer acto, la visita a la casa de citas flotante con el desgarrado jazz de Fats Waller, el encuentro (en clave de realismo mágico) con los extintos uros y la despedida del padre, es igual de impactante. En el segundo acto flaquea el filme. Director y dramaturga no han logrado idear sucesos suficientemente relevantes. Abusan de mostrar el interior de las chabolas, los excesos etílicos de los adultos o la ausencia de modales alimenticios; y las referencias al cambio climático suenan impostadas. Eso queda paliado en buena parte por la gran, honesta, creíble, actuación de la pareja protagonista. Bestias del sur salvaje es una película extraña, irregular, de temática incómoda. Y también memorable, mágica, muy emotiva.
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