miércoles, 9 de enero de 2013

¿Imposible?


Publicado en el suplemento Bellver de Diario de Mallorca el 10/1/13

Paseo de ronda

1. El año pasado por esta fechas dediqué este paseo entero a repasar lo mejor del año anterior. Superado el solsticio de invierno la cosecha ha sido, no es ningún secreto, menos brillante. Me quedo con un puñado de películas un tanto extrañas: Holy motors es una marcianada, un filme que entra hasta los huesos o da ganas de soltar un exabrupto. La cueva de los sueños olvidados es un documental que bajo aparente simpleza cuenta muchísimo sobre los seres humanos pretéritos y presentes. Esto no es una película es una antipelícula sobre las mordazas de la censura. Take shelter, un ejemplar recuerdo de lo desprotegida que está nuestra psique. Otras películas que me han dejado huella, por temática, tono o estética, han sido Drive, Los descendientes, Las sesiones, Intocable, Frankenweenie, Looper, Martha, Marcy, May, Marlene, De óxido y hueso, El irlandés, César debe morir, La delicadeza, Skyfall, Los miserables, Moonrise kingdom, Submarine, Los Idus de marzo o El artista y la modelo. Dos docenas de filmes justifican que se puede ir al cine al menos una vez al mes sin riesgo de arrepentirse. El truco es tan básico como informarse. Consultar con amigos, críticos y opinantes anónimos y cribar con la experiencia, apetencia o intuición propias.

2. Lo imposible. Como saben, ha sido la película más taquillera del año. Enhorabuena a los creadores y a los productores. Por desgracia, confirma el mal dolent del cine (español y en menor medida foráneo), el lento declive. Un puñado cada vez menor de filmes revientan la taquilla; el resto salvan los platos con sangre y lágrimas o naufragan en ominoso silencio. Si en años, lustros, anteriores el lobo eran las descargas ilegales, ahora son las redes sociales. No es una boutade, la gente, con ligeras variantes, dedica un tiempo fijo al ocio. Facebook, Twitter, Whatsapp nos unen más que nunca a nuestros amigos y nos desligan más que nunca de la cultura. Sin embargo Facebook, Twitter, Whatsapp no son cultura, son comunicación a secas. Son los nuevos tiempos, lo sé. Llorar no arregla nada, lo sé. Pero me da pena, me da rabia que se pierda, que se difumine la esencia del cine (y de la literatura y otras artes narrativas). La tradición de contar historias, de transmitir enseñanzas, valores y consejos a través de ellas. Malos tiempos para la lírica (por cierto se cumplen tres décadas del temazo de German Coppini). ¿Apaga y vámonos o, como en el filme de Bayona, no hay que perder la esperanza? Oremos...


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