PASEO DE RONDA
1.Por circunstancial retraso aquí va mi homenaje a Seymour Hoffman: Christian Bale es un fabuloso actor tanto por su talento como por su versatilidad, capaz de engordar o adelgazar treinta kilos cuando lo requiere un personaje. En cambio James Gandolfini o Philip Seymour Hoffman no quisieron entrar en ese juego y se limitaron a utilizar su rotundidad fisica como un activo, una herramienta más. Reforzándolas con otras, la mirada de niño travieso del italoamericano, la tez pálida, casi albina, del actor fallecido hace unos días. Y con un talento innato, una sintonía con la cámara o los escenarios, imposibles de enseñar en una escuela de su oficio.
2.Aunque estos obituarios tienden al exceso laudatorio, en el caso de Seymour Hoffman es absolutamente merecido. Un Oscar (Capote) y tres nominaciones adicionales es poco comparado con lo que merecía. Un puñado de ejemplos: En La guerra de Charlie Wilson se merendó crudito y sin guarnición a Tom Hanks; en Moneyball, ídem con Brad Pitt; en Antes de que el diablo sepa que has muerto se pulió a Ethan Hawke (beneficiándose de rebote a Marisa Tomei). Pero cuando encontraba rivales de su altura sus duelos eran capaces de fundir una central nuclear. Así ocurrió en The Master, con Joaquin Phoenix; o La duda, frente a Meryl Streep. Incluso en papeles puramente alimenticios (la reciente segunda parte de Los juegos del hambre) supo armar una interpretación discreta, sin vampirizar a los protagonistas y dejando al mismo tiempo, discretamente, su impronta. Me viene a la cabeza, no me pregunten por qué, compararlo con Charles Laughton. Un fuera de serie. Un hueco muy difícil de ocupar.

4. Monuments men se ha beneficiado del don de la oportunidad, coincidiendo su estreno con la aparición de la valiosísima colección de arte del turbio coleccionista Cornelius Gurlitt. Sin embargo esquiva el tema del pillaje de las fuerzas aliadas tras el colapso del III Reich. Fue en medida incomparablemente inferior al previo de los nazis, pero mayor de lo que desearíamos creer, como ha documentado Seth A. Givens en el último número de la revista War in history. Otra verdad incómoda que merece mayor atención y reflexión.
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