ASALTO AL PODER
Nacionalidad: Estados Unidos, 145 min. Director: Roland Emmerich. Actores: Chaning Tatum, Jamie Foxx, Maggie Gyllenhaal, Richard Jenkins
Con Ridley Scott, aunque decepcione una y otra vez, siempre queda la esperanza de que se escape de su lámpara el genio que alumbró Blade Runner o el primer Alien. Roland Emmerich jamás ha amagado con abrazar la verosimilitud o desatar a sus personajes de los corsés más clónicos del cine de acción. Si en Independence Day la Casa Blanca era amartillada por unos alienígenas, en Asalto al poder el enemigo está dentro. Seré canalla: el jefe de seguridad del presidente de EEUU y el presidente del Congreso de los Diputados se amotinan contra su jefe con mercenarios, bombas, bazucas y misiles por desavenencias con la política exterior. Real como la vida misma.
Repitiendo el apodo castillo para referirse al emblemático edificio, lo mejor, lo poco bueno del filme, es la recreación, las persecuciones, por el conjunto arquitectónico, Ala Oeste, Ala Este, zonas de servicio y de los servicios secretos y -guiño facilón a los espectadores adultos- los subterráneos que utilizaba Kennedy para atraer a Marilyn Monroe. También cuando vira hacia la comedia de acción (persecución rodada por los jardines), sorprende y divierte. Momentos fugaces, para que el espectador no se dé cuenta de que todo es un burdo castillo de naipes. Cuando se pone trascendental (con similares mimbres Shakeaspeare creó varios libretos magistrales) el filme es pueril, patético. En el reparto sólo a Channing Tatum se le ve suelto, porque ni su personaje ni su talento dan para más. El resto quieren y no pueden. La banda sonora recurre a Beethoven y cierra con el Street fighting man de los Stones. Otra película de acción de Emmerich, exagerada, desmesurada y descerebrada.
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