LA GRAN FAMILIA ESPAÑOLA
Nacionalidad: España, 100 min. Director: Daniel Sánchez-Arévalo. Actores: Quim Gutiérrez, Antonio de la Torre, Veronica Echegui, Roberto Álamo
La evolución de Daniel Sánchez-Arévalo desde el drama (Azuloscurocasinegro) a dramedia (Gordos) y comedia (Primos) indica sana ambición y arrojo. Su confirmación, sin embargo, se hace esperar. Primero, porque no presta atención a la importancia de la premisa cómica. En La gran familia española es muy forzada: un chico de 18 años se casa con su novia desde hace una década con la mala suerte de que la fecha coincide con la final del mundial de Sudáfrica de 2010. Y a mitad de ceremonia a su padre le da un infarto. Además, en el desarrollo sucumbe a recursos tan trillados como un doble triángulo amoroso o un misterio sobre paternidad dudosa. Segundo, porque tampoco afina los personajes. El perfil de los cinco hermanos es un deja vu: el guapo, admirable y admirado, el deprimente depresivo, el grisáceo inseguro, el simpático tarado y el atolondrado benjamín. Tercero, porque no se aprecia un estilo, una voz propia. En esta película oscila entre lo mejor de Frank Capra y lo peor de Guillaume Canet con flashes de Wes Anderson. La banda sonora es otro no puedo o no quiero: pop blandito americano que insinúa desprecio por el español y ausencia del riesgo (originalidad) que sí toma Wes Anderson.
Y a pesar de todo esto, Sánchez-Arévalo tiene toques de gran cineasta. La escena que intercala las reuniones de las familias de los contrayentes por separado es antológica. Buena también la del seudoconfesionario con Latorre, Álamo y la niña, y algunos diálogos. La gran familia española entretiene, sin más, y mantiene la esperanza de que su director logre crear algún día una gran comedia.
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