miércoles, 21 de noviembre de 2012

No tan elemental, querido y carismático


Publicado en el suplemento Bellver de Diario de Mallorca el 22/11/12

ANIVERSARIO SHERLOCK HOLMES

Se cumple un siglo y cuarto desde la aparición del famoso detective por las calles de Londres e impresiona la dimensión que ha adquirido el personaje sin moverse apenas de su apartamento en Baker Street.

El romance del detective con el cine fue inmediato. Holmes ostenta el record Guiness de personaje más cinematografiado. Galardón en cuarentena. El portal de cine IMDB le adjudica 291 apariciones, superado por muy poco por Drácula, con 301. Aún así es un éxito. Para que se hagan una idea, el monstruo de Frankenstein suma 174; Hamlet, 211; Tarzan, 88; Don Quijote, nuestro hidalgo manchego, sólo 77. 

Javier Bort, en su excelente estudio del paso de Holmes por la gran pantalla (www.aullidos.com), distingue dos momentos álgidos: El primero fue la serie de películas producidas por la Fox y la Universal entre 1939 y 1946, con Basil Rathbone como Holmes y Nigel Bruce como Watson. Rathbone supo imprimirle señorío y simpatía. Igual o más apreciada por los cinéfilos es la saga de la productora inglesa Hammer entre 1958 y 1990. Los actores que se embutieron en el gabán, salacot y pipa fueron Peter Cushing y Cristopher Lee. Ofrecen menos matices que Rathbone pero el físico de ambos, sus angulosos rostros, han quedado más marcados en los espectadores.

Como variantes de estilo, o experimentos creativos, son reseñables un corto de Buster Keaton (El moderno Sherlock Holmes, 1924); una comedia tardía de Billy Wilder (La vida privada de Sherlock Holmes, 1976); un sugerente y semi fallido encuentro entre el sabueso y el maestro del psicoanálisis (Elemental Dr Freud, Nicolas Meyer, 1970); un preadolescente Holmes imaginado por Spielberg (El secreto de la pirámide, 1976), comedias más insustanciales (El hermano más listo de Sherlock Holmes, 1975, con Gene Wilder) o la versión muy, muy Disney (Basil, el ratón superdetective,1986). 

Astuta y excelentemente recibida por el público ha sido la reciente resurrección del personaje por el cineasta Guy Ritchie. Ha desmembrado al personaje y lo ha reconstruído a su antojo para epatar y entretener al espectador, con el precio de dejar gran parte de su alma por el camino. Un Robert Downey Jr. en estado de gracia, apoyado por el igual de efectivo Jude Law fuerzan a que se les perdone ese pecadillo. Muy académica, y gris por desgracia, es la elucubración de un paso por Madrid del detective a cargo de José Luis Garci.

Volviendo a la estadística inicial, Drácula y Frankenstein son el paradigma de la fascinación del mal, reforzados con los poderosos temas del amor inmortal por un lado y el rechazo de los aberraciones biológicas -un ser deforme en este caso- por el otro. Holmes en cambio representa el triunfo de un hombre casi corriente. Un hombre trabajador, metódico, inteligente, con labia, muy implicado con la justicia y con un punto excéntrico que lo humaniza mucho. Qué sea más o menos hedonista, que tenga más o menos debilidad hacia el sexo opuesto o las sustancias estimulantes son matices secundarios, carne de Salsa Rosa. En la mayoría de retratos es un hombre (bastante) ejemplar sin la pretensión explícita de serlo. Por eso se lo siguen rifando guionistas, cineastas y actores.

Ah, y una curiosidad final: Sherlock Holmes jamás usó el latiguillo 'Elemental, querido Watson'. En multitud de ocasiones, a lo largo de sus investigaciones, murmura  un solitario 'Elemental.' Y siempre se dirige a su ayudante con un educado y muy british 'Mi querido Watson'. El empalme de ambas coletillas apunta, por deducción inversa, a algún periodista espabilado.

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