martes, 31 de enero de 2012

Cuestión de procedimiento

Publicado en Diario de Mallorca el 30/1/12

J. EDGAR

Nacionalidad: Estados Unido, 137 min. Director: Clint Eastwood. Actores: Leonardo di Caprio

La probable homosexualidad del longevo director del FBI sigue ofreciendo jugo dramático. El tandem Clint Eastwood - Dustin Lance Black (Oscar por el guión de Mi nombre es Harvey Milk) parecía idóneo, reforzado por Leonardo di Caprio, Armie Hammer (el doble gemelo Winklevoss en La red social), Naomi Watts y Judy Dench ante la cámara. Acudiendo al refranero castizo, corrida de expectación, corrida de decepción.

El personaje protagonista tiene similitudes con el Hearst que inspiró Ciudadano Kane. Un hombre que, con una mezcla de astucia, ambición, falta de escrúpulos y cierto azar llegó a doblegar a cuatro presidentes de Estados Unidos consecutivos. Que ocultó sus debilidades y persiguió con saña con las de los demás. Que reprochaba la falta de colaboración entre cuerpos policiales (dolorosa en el secuestro del bebé del aviador Lindberg) siendo él el primero en invadir competencias ajenas. Y cuyo ego le llevó a ponerse con descaro medallas ajenas. Sin embargo el retrato que hacen Eastwood/Black es espeso. Recurre al dictado de las memorias del dirigente para intentar contrastar su versión con los hechos reales. Pero ese hilo conductor acaba capando momentos clave, como el encuentro con Roosevelt en el que (presuntamente) le chantajeó con pruebas de la infidelidad de su mujer. Chirría también el maquillaje, la fotografía es monocorde y, para la falta de acción que tiene, es excesivamente larga. A su favor J. Edgar tiene un buen perfil de lo corrupto que era el hombre, algunos momentos logrados (la pelea entre amantes) y la encomiable actuación de Di Caprio. Recomendable por tanto para seguidores del cine político o de ese periodo histórico.

viernes, 27 de enero de 2012

Masones bajo cero

Publicado en Diario de Mallorca el 27/1/12

SILENCIO EN LA NIEVE

Nacionalidad: España, 114 min. Director: Gerardo Herrero. Actores: Juan Diego Botto, Carmelo Gómez, Víctor Clavijo. Sergi Calleja

La novela El tiempo de los emperadores extraños, de Ignacio del Valle, sigue (en parte) el camino trazado por Philip Kerr en la trilogía Berlin noir, insertando a su protagonista dentro del régimen posteriormente vilipendiado. Del Valle elige la División Azul como telón de fondo y un turbio asunto de crímenes rituales, masones, homosexualidad amagada y tensiones entre facciones franquistas en primer plano. Circunstancia recurrente en la ficción histórica, se produce una mezcla entre puntillosa documentación y licencias creativas como la ruleta rusa, renombrada aquí “la violeta”, y de la cual no hay constancia fiable en ningún conflicto bélico del siglo XX.

Gerardo Herrero, en la dirección, cae en la trampa de la propia novela. Se esmera en la dirección artística, con una pulcra ambientación del gélido cuartel, y brilla incluso con los caballos enterrados o los ruinosos interiores. Aprovecha el oficio y la implicación de los actores; arrimándose cada uno a sus registros más cómodos. Pero el cineasta y el guionista Nicolás Saad se autolimitan con los códigos de best sellers. Eligen un ritmo premioso, limitan a los personajes (no acartonados pero con escaso juego y evolución), nadan y guardan la ropa al no ensalzar demasiado el patriotismo de los combatientes e insinuar que el protagonista no comulga con ellos, adornan con una tramita amorosa insulsa, y rematan con una denuncia de los horrores de la guerra leve y resabida. Uno no acaba de entender la aversión al riesgo del cine español, no aprende de El laberinto del fauno o Pa negre y reincide en fórmulas correctas pero algo insípidas.

martes, 24 de enero de 2012

Caer del guindo

Publicado en Diario de Mallorca el 24/1/12

LOS DESCENDIENTES

Nacionalidad: Estados Unidos, 115 min. Director: Alexander Payne. Actores: George Clooney, Beau Bridges, Shaylene Woodley, Amara Miller

Del poco prolífico director Alexander Payne conocíamos su talento para mezclar comedia y drama (A propósito de Schmidt, Entre copas). George Clooney mostró su faceta cómica en Oh Brother! y Quemar después de leer. En Los descendientes (adaptación de una novela de Kaui Hart Hemmings) encarna a un cuarentón hawaiiano en una doble encrucijada familiar y vital a la vez. Por un lado su mujer está en coma agudo y sus dos hijas se muestran muy rebeldes; por otro tiene la última palabra en la recalificación de unos terrenos paradisíacos tras la que él y un puñado de primos suyos se van a hacer de oro. Afrontar ambos retos acaba suponiendo una tardía pérdida de la inocencia. 

La combinación de comedia y drama es perfecta; en gran parte por la verosimilitud de los personajes. Hay además contrastes sutiles, el Hawaii que se muestra es muy realista, con sol, días nublados; zonas muy urbanizadas y otras aún vírgenes. La fotografía, utiliza el formato panorámico para una historia muy intimista. Más: la trama de los herederos es muy masculina; la de las hijas, muy femenina. Todos muestran fortalezas y debilidades, todos evolucionan. Y la mujer accidentada no es un espurio adorno, como en Pequeñas mentiras sin importancia, sino el personaje pivotal que, desde su trágica inmovilidad, acaba marcando el destino de todos los demás. Soberbio el reparto completo, desde Clooney hasta el suegro o el novio de la adolescente. Emocionantes los momentos dramáticos, divertidos los cómicos, atinada música local. Como Nader y Simin..., Los descendientes es un drama de apariencia local y vuelo bajo que, por la convicción que destila, deviene en absolutamente universal.

jueves, 19 de enero de 2012

Yo confieso

Publicado en el suplemento Bellver de Diario de Mallorca el 19/1/12

PASEO DE RONDA

1. En el lustro y medio que llevo ejerciendo de analista cinéfilo a tiempo parcial, hay un patrón que se repite cada vez que una persona (extraño en un bar, subcolega del trabajo, amigo de amigo de amigo) se entera de mi labor. Una de dos: a) “¿Qué película me recomiendas?” así, a pelo. O b) “El cine ya no es lo que era”, a bocajarro. A la primera pregunta respondo siempre a la gallega “¿Qué tipo de cine te gusta?”. Por pura supervivencia, a una persona que considera Origen o Top gun obras maestras no puedo enviarle a ver Nader y Simin, una separación. Me fusila ipso facto en nuestro siguiente encuentro. Ante la segunda afirmación tuerzo el gesto. Aunque el gremio sufre en sus carnes el boom de Internet, los videojuegos y la crisis económica, se siguen haciendo buenas películas. Por ejemplo...

2. Repaso el blog. De las cien (100) películas justas que vi el año pasado, dos recibieron cinco justísimas estrellas, Incendies y Nader y Simin, una separación. Visualmente no llegan a innovar o sorprender, pero las historias que narran son de un verismo y una intensidad irreprochables, impactantes, magistrales. Medio escalón por debajo recuento trece películas, de géneros y nacionalidades variados: Un dios salvaje, The artist, Animal Kingdom, Jane Eyre, No habrá paz para los malvados, Margin Call, Valor de ley, The fighter, De dioses y hombres, Winter's bone, Carlos, Drive y Medianoche en París. Otro medio escalón inferior sumo nueve filmes: Mientras duermes, Win win, Beginners, Los chicos están bien, Un cuento chino, Poesía, La llave de Sarah y Tambien la lluvia. Veinticuatro (24) películas con un notable alto a sobresaliente cum laude. Y para el público más escapista, Thor, Sin límites o Capitán América son más que dignas. ¿El cine ya no es lo que era?

3. La red asocial. David Fincher acertó con la historia adecuada en el momento adecuado. La red social, además de indeseada publicidad para su (presunto) fundador, aumentó aún más la millonaria cuenta de abonados. La cara B, la letra pequeña, los efectos secundarios inesperados, van saliendo poco a poco: gays cazados y expulsados del ejército yanqui, cazatalentos reciclados en olisqueadores de heces ajenas, objetores de conciencia social incapaces de recibir la baja. Lo último: en el 33% de los divorcios del Reino Unido Facebook ha ejercido de percutor directo o catalizador indirecto. Se confirma que el hombre sigue siendo un animal social. Muy animal...

El gran carnaval

Publicado en Diario de Mallorca el 19/1/12

LA CHISPA DE LA VIDA

Nacionalidad: España, 95 min. Director: Alex de la Iglesia. Actores: José Mota, Selma Hayek, Fernando Tejero, Carolina Bang, Juanjo Puigcorbé.

A pesar del trompazo de Balada triste de Trompeta, Alex de la Iglesia sigue explorando la frontera entre comedia y drama, terreno más incierto y cenagoso de lo que aparenta. El género satírico exige una premisa cómica original y buenos gags; el drama unos personajes sólidos, con matices y evolución personal, y profundidad atacando desajustes sociales o debilidades personales.

El argumento de La chispa de la vida está fusilado de El gran carnaval (Billy Wilder, 1951). La adaptación de los personajes al Celtiberia Show del siglo XXI ha sido sencilla: un desempleado en apuros (José Mota), una mujer íntegra (Hayek) un político cobarde (Galiardo), un publicista rapaz (Tejero) y un ejecutivo televisivo endiosado (Puigcorbé). El accidente del protagonista saca lo mejor y lo peor de todos, es obvio. Lo que ocurre es que es de forma demasiado previsible. Del protagonista se entiende (por su pasado en el mundo de la publicidad) que quiera aprovecharse de su situación para salir a flote económicamente de forma rápida. Pero se queda entre dos aguas, le falta malicia y le falta conciencia de su miseria personal. Su mujer cae en el polo opuesto y de tan pura acaba pareciendo Teresa de Calcuta. Hay humor de brocha gorda (la arqueóloga, los políticos, el hijo gótico-siniestro) y melodrama impostado (la periodista sensible). El resultado es demasiado previsible: como comedia le falta acidez, como crítica social no acaba de cuajar, es demasiado superficial. Música y fotografía insisten en la falta de riesgo. Lo mejor, la chispa del cineasta, surge en fogonazos esporádicos, Santiago Segura como creativo descerebrado o Puigcorbé emulando a Hugh Hefner.

domingo, 15 de enero de 2012

Larsson vs. Larsson

Publicado en Diario de Mallorca el 15/1/12

MILLENIUM – LOS HOMBRES QUE NO AMABAN LAS MUJERES

Nacionalidad: Estados Unidos, 157 min. Director: David Fincher. Actores: Daniel Craig, Rooney Mara, Christopher Plummer

Aparquemos temporalmente el debate de si Hollywood es un vampiro o una parabólica de ideas ajenas. Como la primera adaptación de la novela de Stieg Larsson está todavía muy fresca, alcemos ambas al ring, cara a cara:

David Fincher vs. Niels Arden Oplev. KO irrebatible, en el segundo asalto eso sí, del americano. La versión sueca era demasiado literal y académica, con ritmo monocorde y riesgo mínimo en la fotografía y apoyos musicales. Fincher, con un mejorado guión de Steven Zaillian y banda sonora de Trent Reznor (Ex Nine Inch Nails) logra recrear la atmósfera, el desasosiego, el impacto del libro.

Daniel Craig vs. Michael Nyqvist. Victoria a los puntos, o por tardío noqueo, del  inglés. De los actores punteros anglosajones actuales es el que cuela mejor como sueco. Pero le sigue faltando un punto de expresividad, de talento natural, de empatía con el espectador. Era la apuesta más segura. Demasiado. 

Rooney Mara vs. Noomi Rapace. Empate técnico, tras desfondamiento de ambas. Con ligerísimas variaciones de maquillaje, las dos bordan sus papeles y logran emanar calor de un personaje tan fascinante y repelente a la vez como Lisbeth Salander.

Stieg Larsson vs. Stieg Larsson. Tras leer el libro y ver dos adaptaciones diferentes al cine se confirma la buena hechura, la garra, la impecable mezcla de misterio, denuncia de los poderes económicos, drama psicológico y cuasiterror psicopatológico. Pero no deja de ser un efectista best-seller, con desaparecidos, nazis y sádicos asesinos en serie. Cáscara deslumbrante y provocadora, entrañas no tan novedosas. Veredicto: Justificado remake, atractivo para seguidores de Larsson y Fincher.

jueves, 12 de enero de 2012

Greatest hits

Publicado en Diario de Mallorca el 12/1/12

LA DAMA DE HIERRO

Nacionalidad: Reino Unido, 105 min. Director: Phyllida Lloyd. Actores: Meryl Streep, Jim Broadbent, Olivia Colman, Nicholas Farrell

Era evidente que el biopic de una persona que desató filias y fobias tan extremas como la ex primera ministra británica entre 1979 y 1990 improbablemente sería mesurado y neutral. La directora Phyllida Lloyd (Mamma Mia!) sobre un guión de Abi Morgan ha escogido el lado más favorable de la baronesa. El libreto alterna el retrato de una mujer en el ocaso de su existencia, viuda, con achaques físicos y mentales lógicos de su avanzada edad, fantasías de reencuentros con su esposo, momentos de lucidez y rebrotes de su afamado genio. La excusa de recoger los enseres del difunto da pie a una serie de flashbacks con los momentos estelares de la carrera política de la protagonista, equivalentes a los 'Greatest hits' de los músicos.

Los admiradores de la mujer se enternecerán y loarán su arrojo. Los espectadores con un mínimo de memoria histórica detectarán las lagunas del libreto: La ambición de Thatcher es sana; la de sus rivales (en su mismo partido) son mezquinas o cobardes. La oposición aparece gritona, las manifestaciones callejeras, desquiciadas y descontroladas; los unionistas irlandeses, ultraviolentos (omitiendo que el gobierno británico mataba y torturaba en esa época). Destacada presencia de la abnegada hija pero sin apenas noticias del hijo (omitiendo que fue 'desterrado' a Sudáfrica por negocios mucho más turbios que los de Urdangarín)... Nimiedades de contenido aparte, el continente presenta una buena factura, con una cuidada ambientación y una soberbia interpretación de Meryl Streep. Simpático (poco más puede hacer) Jim Broadbent y aprobado al resto de actores. Película para incondicionales de la férrea dama y/o su decálogo ideológico.

martes, 10 de enero de 2012

Jack Sparrow contra el Dr. No

Publicado en Diario de Mallorca el 9/1/12

SHERLOCK HOLMES – JUEGO DE SOMBRAS

Nacionalidad: Estados Unidos, 128 min. Director: Guy Ritchie. Actores: Robert Downey jr., Jude Law, Rachel McAdams

Confirmada, por arrollador éxito de taquilla (más de 500 millones de recaudación previa) la nueva identidad de Sherlock Holmes, Guy Ritchie y los ávidos productores se han dejado deslizar por el tobogán más piruetero. El argumento es muy astuto, reflotando las turbulencias políticas europeas de finales del XIX: anarquistas, escalada armamentísitica de Alemania, negociaciones secretas en Suiza. Relevo en el rival a batir, de Lord Blackwood al más pérfido Moriarty. Y, en el terreno personal, de la atractiva Irene (Rachel McAdams) a la exótica Naomi Rapace (Millenium) encarnada en zíngara. Para aumentar la tensión, el querido Watson se casa y pretende irse de luna de miel. Holmes pasa más tiempo disfrazándose a lo Mortadelo o haciendo piruetas ante un rosario de matones, navajeros y pistoleros, que exprimiendo su inteligencia y labia. Guy Ritchie vuelve a aportar su toque personal en las escenas de acción, con bruscos acelerones y ralentís de cámara y planos subjetivos como el de la bala saliendo de un fusil.

El precio de acercar al mítico detective británico al público joven y global del siglo XXI está siendo muy alto. Lo han convertido en una franquicia más, con todas las servidumbres y uniformidad resultantes: ambientación apabullante, localizaciones sugerentes, violencia taimada por fotografía y montaje efectista, y personajes clónicos, como un Holmes indistinguible de Jack Sparrow o un Moriarty del Dr No y sucesores. Si poco había de Conan Doyle en la primera entrega, en Juego de sombras desaparece casi al completo. Aún así, reseteando nuestra memoria, borrando pretéritas lecturas de la novela clásica, es una película resultona y divertida.

jueves, 5 de enero de 2012

50 fotogramas/h

Publicado en el suplemento Bellver de Diario de Mallorca el 5/1/12

ROAD MOVIES URBANAS

Drive, de Nicolas Winding Refn es la primera película del siglo XXI que recupera un género poco frecuentado y que sin embargo ha brindado un puñado de obras maestras el pasado siglo: la road movie urbana.

Los puristas pueden cacarear que las road movies llevan en los genes carretera y manta. Es una verdad a medias. El género bebió del western, de los itinerantes (La diligencia, Centauros del desierto, Rio Bravo), con sus largos y atribulados trayectos por majestuosos espacios. A finales de los 60 y 70 pareció que se iniciaba un relevo natural, sustituyendo caballos o calesas por automóviles, motocicletas o camiones. Sin embargo las influencias, las referencias no se detenían ahí. Un tercer elemento le dió mucha sustancia, la presencia del llanero solitario, el héroe introvertido y escurridizo, con un tinte  de existencialismo europeo o determinismo oriental. No es casualidad que Jean-Pierre Melville titulara Le samuraï su aportación al género.

De los tres elementos citados (carretera, vehículo, protagonista solitario) las road movies urbanas, las buenas, han explotado a fondo las dos últimas, ligándolas, por inevitable roce, con el género urbano por antonomasia, el thriller. Tres títulos magistrales, imprescindibles:

El silencio de un hombre (Jean-Pierre Melville, 1967). La película citada anteriormente presenta un protagonista (Alain Delon) de una introversión casi enfermiza, pero sin pasar la raya, como hicieron Scorsese/Schrader. Un asesino a sueldo que vive en un piso desnudo, con la única compañía de un pajarito enjaulado. Melville le aplicó la disciplina, el autocontrol y el extremado profesionalismo de los samurais nipones. No tiene vehículo propio pero consigue uno con facilidad llegado el momento. De esta película hizo un remake Jim Jarmusch un cuarto de siglo después (Ghost dog, con Forrest Whitaker) que no aportó nada nuevo.

Taxi driver (Martin Scorsese, 1976). El guión de Paul Schrader y la interpretación de Robert de Niro han pasado a la historia. Schrader explicó la génesis de la historia: “En Japón, cuando un hombre se harta del mundo, cierra las ventanas y se pega un tiro. En Estados Unidos abre las ventanas y vacía un cargador contra todos los que pasan por delante”. El taxista desquiciado tiene poco de Sartre y mucho de Camús; el culto a las armas en su país y la hipocresía de los políticos completan el cóctel que acaba por fundirle los plomos.

The driver (Walter Hill, 1976). El filme de Winding Refn es casi un remake de este. Ryan O'Neal es un conductor freelance de atracos, tan habilidoso al volante como celoso -igual que Alain Delon- de su independencia. Un tosco policía (Bruce Dern) intenta echarle el lazo; una lánguida belleza (Isabelle Adjani) le ayuda a esquivarlo. 

Los protagonistas de estas tres películas (cuatro incluyendo la recién estrenada) provocan una mezcla de empatía, (por desamparo), admiración parcial (por su resistencia a la soledad) y aversión (por meterse -medio conscientemente- en un callejón sin salida). Pero mantienen su fuerza porque bastantes (¿muchos?) de nosotros hemos tenido sensaciones parecidas en momentos bajos de nuestras vidas. Ofrecen una idealización de la soledad y la independencia un tanto estética, pero impactante y  aparentemente verídica.

miércoles, 4 de enero de 2012

Los buenos samaritanos

Publicado en Diario de Mallorca el 4/1/12

EL HAVRE

Nacionalidad: Francia, Finlandia, 93 min. Director: Aki Kaurismäki. Actores: André Wilms, Kati Outinen, Blondin Miguel, Jean-Pierre Daroussin

Director de culto, en su primera película rodada en francés Aki Kaurismäki ha elegido una parábola sobre inmigración. El argumento, en sinopsis, no cuenta nada nuevo: un adolescente subsahariano (Blondin Miguel) llega al megapuerto industrial de El Havre y logra escurrirse de la policía aduanera. Un lugareño (André Wilms) le ayuda con el apoyo de algunos vecinos. Trama muy parecida a El visitante, aunque las similitudes se acaban ahí: El protagonista de El Havre no es un profesor universitario sino un limpiabotas, secundado por su enferma mujer, la panadera de enfrente y la camarera de la esquina. En el bando opuesto no está la omnímoda migra estadounidense sino un trasunto del inspector Clouseau y unos polis de tebeo. 

Los diálogos, la puesta en escena, la fotografía y la dirección de actores son seña y santo del cineasta finlandes. El humor seco y mordaz, la excelente ambientación de los bajos fondos portuarios, los interiores tan austeros que parecen de una obra de teatro de bajo presupuesto, el tempo muy pausado y las actuaciones forzadamente estáticas son personalísimos e intransferibles. Irrealidad en la superficie pero autenticidad en las entrañas, personajes de carne y hueso, sentimientos auténticos, humor afinado y atinado. Sin embargo, hurgando aún más se entra de nuevo en terreno permeable. A diferencia de El visitante, sin concesiones en el desenlace, Kaurismäki ha optado por un cuestionable puntillo Frank Capra. El Havre es una película tan placentera que se acaba convirtiendo en un placebo, un engañoso “casi todo el mundo es bueno” que suaviza bastante, ¿demasiado?, el duro trato que reciben los inmigrantes ilegales en la actualidad.

martes, 3 de enero de 2012

Hijos de Scorsese

Publicado en Diario de Mallorca el 3/1/12

DRIVE

Nacionalidad: Estados Unidos, 100 min. Director: Nicolas Winding Refn. Actores: Ryan Gosling, Carey Mulligan, Bryan Cranston, Ron Perlman

David Chase (Los Soprano, 1999-2007), Jacques Audiard (Un profeta, 2009), David Michôd (Animal Kingdom, 2010) y ahora Nicolas Winding Refn son los alumnos más aventajados de Martin Scorsese. Del acerado antropólogo urbanita de Malas calles, Taxi Driver o Uno de los nuestros

“Como la tierra se mueve hacia el sol, Travis Bickle se mueve hacia la violencia” El perfil del protagonista de Taxi Driver, en la introducción del guión de Paul Schrader, se puede aplicar literalmente al innominado chico de Drive. Otro punto en común entre ambas películas (y con Casino o el resto de mentadas al principio) son los brotes de violencia extrema, fugaces pero demoledores. Y la estilización formal, jugando, cada cineasta con notas y matices diferentes, con cámara al ralentí, silencios efectistas y música pop, tecno o rock progresivo para redondear la atmósfera de cada filme.

Drive se hermana además con otras dos road movies urbanas, El silencio de un hombre de J.P. Melville y The driver, de Walter Hill, más un guiño nostálgico a Punto límite cero. Aluvión de obras magistrales que hierven las neuronas del cinéfilo o provocan el pasmo del espectador menos puesto. Sólo flojea la película en la cuota femenina: el personaje de la vecina es difuso y el aniñado rostro de Carey Mulligan consuma, a su pesar, su insustancialidad. Los actores masculinos se muestran soberbios. Ryan Gosling olisquea de nuevo el Oscar que mereció en 2007 por Half Nelson; Ron Perlman (Hellboy), Bryan Cranston (Breaking bad) o Albert Brooks dejan también una profunda huella. Película dura y estilizada, imprescindible para espectadores con paladar fino y estómago medianamente recio.