jueves, 23 de julio de 2015

Por tierra, mar y celuloide

Publicado en el suplemento Bellver de Diario de Mallorca el 23/7/15



CINE DE VIAJES

La literatura de viajes, tanto en ficción como ensayos, es un género consolidado. En el séptimo arte es más secundario y difuso. Aún así tiene hitos importantes, con historias muy variadas que merecen ser descubiertas o vistas de nuevo.

“Viajar es una ilusión. Nunca se llega.” La frase, de Rafael Sanchez Ferlosio, me viene a la memoria cada vez que empaqueto ropa en una maleta. Otro, no recuerdo el autor, sostenía que todas las obras de ficción arrancan con alguien llegando o partiendo.

El cine de viajes muestra periplos reales e imaginados voluntarios y forzosos, placenteros, terapéuticos, o dramáticos, determinados o despendolados. El género como tal es entre inexistente y difuso. La subsiguiente selección de filmes es personal, subjetiva, variada, razonada y desordenada. 

Viaje a Darjeeling (Wes Anderson, 2007). Se acusa a Anderson de ser epatante por fuera y poroso por dentro. No lo comparto. Bajo la sombrilla del personalísimo estilo del director esta película trata de tres hermanos adultos en busca de una madre ausente, renuente y al final madre, como tenía que ser. 

Antes del amanecer (Richard Linklater, 1995). Con un bono para viajar por toda Europa en tren durante meses, dos jóvenes, una francesa y un americano, tienen un fugaz romance en Viena que dura lo que el arco de la luna. Película entrañable, sencilla, mágica casi.

Alma salvaje (Jean-Marc Vallee, 2014). La historia real, ocurrida en 1995 de una chica que troca una senda (metafórica) de autodestrucción por una (física) de 2500 kms que recorre la costa oeste estadounidense de sur a norte. Impecable adaptación del ensayo y gran actuación de Reese Whiterspoon. 

Easy rider (Dennis Hopper, 1969). Mítica road movie. Dos hippies (Hopper y Peter Fonda), venden una partida de droga, se suben a sus Harleys y viajan desde Los Angeles a Nueva Orleans. La película muestra que el fenómeno hippie era mucho más limitado, estaba menos arraigado de lo que glosaban los medios de comunicación. El trágico final es premonitorio del fin del flower power.

Entre copas (Alexander Payne, 2004). Esta película puso en órbita a Payne (Los descendientes, Nebraska) y al actor Paul Giamatti. Dos amigos se escapan unos días por los viñedos californianos, uno simpático y neurótico; el otro un discreto pichabrava. Visualmente se nota el limitado presupuesto, aunque mantiene gracia y encanto. 

Hacia rutas salvajes (Sean Penn, 2007). Sean Penn adapta con arte el acongojante ensayo de Jon Krakauer. La historia real de un joven idealista que tras dar tumbos por el país se obsesionó con vivir solo en y de la naturaleza, con desafortunado y triste final.

Priscilla, reina del desierto (Stephen Elliott, 1994). Dos drag queens y un transexual se lanzan en un autobús de segunda mano por el desierto australiano. Curiosa, divertida, animosa y abierta de miras road movie. 

Thelma y Louise (Ridley Scott, 1991). Scott  arrancó con tanto poderío (Los duelistas, Alien, Blade Runner) que no fue capaz de remontar –a nivel de calidad y profundidad- el bache posterior. Thelma y Louise no alcanza las cotas de las obras anteriores pero el oficio del director, la originalidad del guion –road movie  feminista- y las actuaciones (Geena Davis Susan Sarandon y un imberbe Brad Pitt) resisten el paso del tiempo. 

Y tu mamá también (Alfonso Cuarón, 2001). Otra buena road movie, esta latina. Dos amigos (pipiolos también Diego Luna y Gaël Garcia-Bernal) y una mujer algo mayor (Maribel Verdú) viajan por Méjico y hacen un master en amistad, sexo, baches y subidones de la vida. Emotiva y muy creíble.

La reina de África. (John Huston, 1951). Es una viaje forzoso, por las puñetas de la guerra, y delicioso cortesía del guión de James Agee, la dirección de Huston y la química entre Bogart y Hepburn. Una de esas películas que se pueden mil veces sin soltar medio bostezo.

Lost in translation. (Sofia Coppola, 2003). Las desventuras de un yanqui (Bill Murray) en la capital nipona y sus escarceos con la bella Scarlett Johansson no provocan carcajadas pero dejan un cosquilleo en la tripa y las neuronas.

Quedan muchas películas en el banquillo y suelto un puñado de corrido: El viaje a ninguna parte de Fernán Gómez, El camino de Emilio Estévez, La playa, Come, reza, ama, Diarios de la motocicleta, El hombre que pudo reinar - Huston cómo no-, Pequeña Miss Sunshine o las adaptaciones de On the road o Miedo y asco en Las Vegas. Gusten más o menos, todas garantizan evasión, sonrisas o lágrimas sin moverse de casa.

martes, 21 de julio de 2015

Desmontando a Riley

Pulicado en Diario de Mallorca el 20/7/15


DEL REVES

Nacionalidad: Estadods Unido, 94 min. Director: Peter Docter, Ronnie Del Carmen. Actores: (Animación)
Calificación: ****

Pixar ha vuelto. Buena noticia desde su fusión con Disney y el deceso de Steve Jobs, consejero aúlico que, es evidente, tuvo gran influencia en el big bang de la productora de animación (Toy Story, Buscando a Nemo, Monstruos SA, Wall E). Desaparecido en la retaguardia administrativa John Lasseter, Pete Docter, uno de sus escuderos, se ha dado un bofetón en la cara y un taconazo de espuela a sus neuronas.

La historia de Del revés va de psicología y neurología de sillón de orejas. En otro ejemplar ejercicio de '¿Y si...?' inspirado en su propio pasado, Docter entra en el cerebro de Riley, una preadolescente traumatizada por una mudanza inesperada, y nos presenta a los cinco enanitos que desgobiernan su cerebro: Alegría, Tristeza, Miedo, Ira y Asco. Una lideresa hiperactiva frente a cuatro ácratas descabezados. Cuando Alegría y Tristeza pasan, por culpa de un incidente, a la terra incognita del subconsciente, luchan por regresar al puesto de mando. Esa travesía tiene ribetes de épica itinerante, sin las multitudes de Jenofonte pero impecable en el crescendo de obstáculos y sorpresas. Y una lanza más a favor del guionista y los directores: el argumento es muy adulto. No se limitan, v.g. Shrek, a guiños cinéfilos; explayan una lección de psicología totalmente fuera del radar de los peques. Sin embargo atrapan a estos con una traslación visual tipo juegos de Feber, con bolas de colores, torres, abismos; un ritmo sostenido, y personajes secundarios como una especie de gallifante. El único pero, mínimo, que se puede poner al filme es que le falta un punto de chispa, del duende que sí poseen las obras citadas al inicio.

viernes, 17 de julio de 2015

La series de tronos ya no son un juego

Publicado en el suplemento Bellver de Diario de Mallorca el 16/7/15



PRECEDENTES DEL BOOM DE SERIES DE CALIDAD

La ficción televisiva de calidad vive una época dorada. Juego de tronos, Breaking bad, The Wire, Mad men y otras encandilan a la audiencia y a los críticos más exigentes. Su eclosión se debe a una suma de circunstancias favorables, pero tiene precedentes.

Breaking bad con su argumento tan extremo, es una serie que hace una década no hubiera pasado de la fase de guión para un capítulo piloto. The Wire se engloba en un género que sí tiene precedentes televisivos (Canción triste de Hill Street, añoradísima serie) aunque con un trasfondo tan social que posiblemente hubiera logrado rodar el piloto y se hubiera quedado ahí. Juego de tronos partía de una serie de novelas con un éxito -eso pensaban muchos productores- limitado a un club de fans cuantitativamente reducido. Su adaptación al cine era más complicada por el exceso de personajes y tramas. Los Soprano por su parte estaba en tierra de nadie, un mafioso acudiendo al psiquiatra es guión de comedia, y también era dudoso que los espectadores lo aguantaran mucho tiempo.

¿Qué pasó entonces? ¿Por qué, sobre todo en este último lustro, están arrasando este tipo de series? La primera causa es la más evidente y conocida. A finales del siglo XX HBO era una emisora de televisión por satélite con finanzas saneadas. Adquirida por Time Warner, sus ejecutivos decidieron tantear al segmento de audiencia más selecto. Hicieron números y vieron que sumando unas pequeñas ventas internacionales y DVD podían gastarse más en guiones, actores y producción sin obsesionarse por el share televisivo que obtuvieran.

Los Soprano fue un parto de David Chase (previamente hizo Los casos de Rockford y un episodio de Doctor en Alaska) y dio en el clavo. Acertó en el argumento y sobre todo el tono, seria con gotas de comedia, muy verosímil y reparto clavado, Gandolfini, Braco, Falco o la guinda de Steven van Zandt, bajo de Bruce Springsteen. 

Previamente HBO ya estaba teniendo éxito con Sexo en Nueva York. La buena recepción de ambas y otras como Dos metros bajo tierra, animó a los ejecutivos a seguir arriesgando. The wire no obtuvo audiencias sonadas pero si unas críticas excelsas que se tradujeron en atención mediática bienvenida. De los primeros años del siglo XX también destacan las series The Pacific (sobre escaramuzas navales en el Pacífico) y Band of Brothers.

Enrachados, los de HBO dieron luz verde a una saga de literatura fantástica titulada Canción de hielo y fuego, de George R.R. Martin. El boca a boca a tenido más fuerza que la eyección de un violcán. Las peripecias de Tyrion Lannister, Kaleesi o los sufrientes Stark merecen no un artículo aparte sino un especial completo de este suplemento.

A rebufo de HBO se puso AMC. La empresa tiene una extensísima red de cines y tenía un canal de televisión por el que pasaban muchas películas adquiridas. Con una mezcla idéntica de talento olfativo y asunción de riesgos produjeron series de gran notoriedad y variedad temática como Mad men (publicistas en los años 50), The walking dead (zombies en futuro distópico) o Breaking bad (profesor desahuciado prueba suerte como narcotraficante).

Una segunda causa del éxito de estas series ha sido también el avance tecnológico. Muchos hogares tienen ya televisores de 40' mínimo y con una calidad exponencialmente superior. Eso justifica la inversión de las productoras en localizaciones, decorados y atrezo. 

Y una tercera causa está en la videoteca. Esta eclosión, tantas series tan buenas dando tanto que hablar, no es un precámbrico repentino. Décadas atrás cada cierto tiempo emitían lo que se llamaron miniseries. Raíces (1976) sobre la esclavitud en Norteamérica, tuvo sólo ocho episodios y fue vista por casi 100 millones de espectadores. Hombre rico, hombre pobre (1976) adaptó con eficacia y éxito el bestseller de Peter Strauss. Posterior, y una debilidad mía, es la serie inglesa Retorno a Brideshead. Un jovencísimo Jeremy Irons deslumbró a los amantes de la ficción histórica.

Y tomando la tangente, he visto hace poco Berlin Alexanderplatz, de Rainer Fassbinder. Como la televisión era entonces la caja tonta, el teutón la bautizó “Una película en trece episodios y un epílogo”. Es su más larga e indudable obra maestra. Igual de impactante, varias décadas después.

Todo esto lleva a una conclusión simple y evidente. La ficción de calidad no distingue formatos. La separación entre la gran y la pequeña pantalla es cada vez más fina, tanto en el aspecto físico, tecnológico, como en los contenidos. Los espectadores somos los grandes beneficiados.

jueves, 16 de julio de 2015

Viejo y obsoleto

Publicado en Diario de Mallorca el 17/7/15



TERMINATOR - GENESIS

Nacionalidad: Estados Unidos, 126 min. Director: Alan Taylor. Actores: Arnold Schwarzenegger, Jason Clarke, Emilia Clarke, J.K. Simmons
Calificación: *

Schwarzenegger repite en este filme varias veces “Viejo, pero no obsoleto”. El refranero popular tiene muchas entradas sobre presunciones y excusas no reclamadas. El quid de este último Terminator no está en si el actor o el personaje están caducos, sino en la impotencia, o incompetencia, para mantenerlo vivo. Los productores han apostado todos los cuartos en la casilla de los efectos especiales, dejando huérfanas las del talento en dirección, guion y reparto. Una muestra: El cineasta Alan Taylor, tras participar en alabadas series de televisión, dirigió hace dos años Thor, el mundo oscuro. Allí contó con un libreto solvente (basado en los comics de Stan Lee y Jack Kirby) y actores de la talla de Anthony Hopkins, Idris Elba, o Natalie Portman. En Terminator-Genesis el guion se conforma con temas sobadísimos de ciencia ficción como la utilización de bucles espaciotemporales para modificar el presente inmediato, o la existencia de un orwelliano Gran Hermano. De hecho, plantea la anulación completa de nuestra privacidad como una hipótesis futura cuando Edward Snowden ha demostrado que ya es una tesis omnipresente. Igual de vetusto es el tufo militarista de todo el guion; y las tramas personales son más gélidas que el metal de los robots. A nivel de efectos especiales no hay ningún avance destacado, sólo bruñido de anteriores hallazgos. Con los actores basta examinar su currículo previo, limitado a películas o series de acción. Al único realmente bueno, J.K. Simmons (Oscar este año por Whiplash), le han endosado el papel más breve y secundario. Película de mucha acción, escasa emoción y nulo riesgo.

miércoles, 15 de julio de 2015

Nunca es tarde

Publicado en Diario de Mallorca el 15/7/15


APRENDIENDO A CONDUCIR

Nacionalidad: Estados Unidos, 90 min. Director: Isabel Coixet. Actores: Patricia Clarkson, Ben Kingsley, Grace Gummer
Calificación: ***

Isabel Coixet cede a la relajación del creciente cine 'feel good'. Historias sencillas y positivas dirigidas a un público adulto. Femenino sin escaras feministas y con un barniz -acuarela más bien- de integración interétnica. El guión de Aprendiendo a conducir estira un relato breve. La trama y el tema principal son muy sencillos: una mujer de mediana edad (Clarkson) aprende a conducir como tentativa terapia para superar el inesperado plantón de su marido. Su instructor (Kingsley) es un asilado indio de la etnia sij que ayuda a compatriotas suyos ilegales y acepta, por insistencia de su hermana, un matrimonio arreglado. 

La película nada todo el rato en las apacibles aguas del dramedia. La trama del rechazo a los inmigrantes asiáticos carece de la dureza, y por tanto la fuerza, de The visitor. Aún así es mejor que nada. Algo similar ocurre con la guerra de sexos. Tanto el divorcio de la norteamericana como la boda del indio con una desconocida, por evitar maniqueismos acaban limando potenciales dramáticos o cómicos. ¿Qué queda entonces? Una historia agradable, con algunas puntadas cómicas (la primera práctica de circulación, el amante pasajero de ella). Más dos pedazos de actuaciones. Kingsley se come la pantalla con naturalidad y modestia. Va sobrado de recursos, de talento, y los dosifica para no vampirizar la historia o a sus compañeros. Clarkson está algo desatada, en una actuación más propia de teatro, pero aún así el papel le va como anillo al dedo. Y en los créditos técnicos, aunque apenas se aprecie, está la montadora Thelma Schoonmaker, inseparable de Martin Scorsese desde Toro Salvaje.

Val di Zoldo y visto y no visto en Venecia







El valle dolomitico de Zoldo no tiene la espectaculiaridad de la zona de Brenta, o el caché y los monumentos de Cortina d'Ampezzo, pero siguen siendo Dolomitas. O sea, Alpes. O sea, prados, paredones y algunas sendas preciosas. Y Venecia, incluso con 40º y decenas de miles de turistas, es una ciudad que hay que intentar visitar al menos unas horas una vez en la vida.