miércoles, 27 de octubre de 2010

El guardaespaldas

Publicado en Diario de Mallorca el 27/10/10

LOS SEDUCTORES

Nacionalidad: Francia, 105 min. Director: Pascal Chaumeil. Actores: Romain Duris, Vanessa Paradis, Julie Ferrier, François Damiens

La comedia del año en Francia (casi cuatro millones de espectadores, el doble que El concierto) recupera la comedia sofisticada. Ambientaciones hiperlujosas (Montecarlo, Paris y un toque del desierto africano). El planteamiento tiene gracia: bastante gente ha fantaseado en algún momento con encontrar la forma de que un familiar cercano o un amigo íntimo rompa con su pareja porque no la soportan. La novedad está en profesionalizarlo. Los protagonistas son un equipo de rompeparejas compuesto por un guaperas (Romain Duris) su hermana y su cuñado. El trabajo les va razonablemente bien hasta que reciben un encargo más difícil, reventar la boda de una guapa y rica mujer (Vanessa Paradis) en menos de cinco días. Y terminan sufriendo el castigo del cazador cazado.

Los referentes son muy obvios: El guardaespaldas (profesión elegida por el protagonista para acercarse a su víctima) en lo práctico, Sucedió una noche en lo romántico y Un par de seductores en el escenario y un gag fusilado de esa película. Las gotas de originalidad inicial derivan pronto hacia el terreno de la comedia más fácil y previsible. Los personajes dan juego (la belleza natural del protagonista, la adaptabilidad de la hermana, la bastez del cuñado) pero los montajes que traman son tan rebuscados como inverosímiles. La víctima es otro papel muy estereotipado, hecho a medida de la actriz-cantante francesa. Hay un puñado de gags divertidos, aunque recurren a instintos muy básicos (caídas y mamporros). La realización es insípida, la música recurre a temitas pop para los momentos íntimos. Idea desaprovechada, comedia leve y olvidable.

martes, 26 de octubre de 2010

Doce años

Publicado en Diario de Mallorca el 26/10/10

DEJAME ENTRAR

Nacionalidad: Estados Unido, 116 min. Director: Matt Reeves. Actores: Kodi Smit-McPhee, Chloe Moretz, Richard Jenkins, Elias Koteas

Dejame entrar es un remake americano de una película sueca muy reciente, adaptación de una novela de gran éxito en el país escandinavo. La acción se traslada de un barrio periférico de Estocolmo a Los Álamos (localidad famosa por albergar un laboratorio de bombas nucleares). Owen, el protagonista, es un chico hipertímido. Tiene doce años. Abby, su vecina, también. O eso afirma. Owen vive con su madre, en pleno proceso de divorcio, y sufre el acoso físico de varios compañeros de clase. Abby vive con una especie de padre evitando el contacto con los vecinos. Los dos jóvenes se hacen amigos en el gélido jardín de su edificio. Ella le anima a defenderse de los matonzuelos del colegio. Él descubre el secreto de ella. Es una vampira.

La mezcla de géneros (terror, denuncia social, cine de autor) funciona. Es lo más opuesto al glamour hueco y soporífero de la saga Crepúsculo. La edad de los niños es un acierto; su casto amor, muy creíble; el suspense muy logrado, recurriendo sin rubor a las convenciones del género (pasillos oscuros, cámara subjetiva, música enervante). Hay incluso unas gotas de humor negro en las desventuras del padrastro para alimentar a la chica. Acertadísimo el reparto: la mirada intensa y candorosa de Kodi Smit-McPhee, la determinación de Chloe Moretz, la resignación de Richard Jenkins o la confusión de Elias Koteas. Magnífica también la dirección, brillando en escenas como el accidente de coche o el desenlace en la piscina. Matizo: la mezcla de terror y cine de autor puede despistar a algunos. No es cine palomitero, es cine que deja huella.

sábado, 23 de octubre de 2010

Verano caliente, otoño gélido

Publicado en el suplemento Bellver de Diario de Mallorca el 21/10/10

CINE. Es un pleonasmo, lo sé. O no. En el inicio del estío los gurús del dios Meteoro auguraron que iba a ser más tórrido de lo normal. La mitad de ellos; la otra mitad predijo temperaturas más suaves. Con la economía ocurre algo parecido; los inversores dudan día a día, minuto a minuto, entre los brotes verdes de los países aplicados y el nostradámico apocalipsis del Hindenburg Omen.

En el cine es igual de arriesgado, cómodo o frívolo sostener que ha sido una temporada fresca, templada o sofocada. La sobredosis de superhéroes de otros años ha sido sustituida por un mejunje de mataharis (Salt), funambulistas mentales (Origen), pretenciosos aprendices de Buda (Airbender), metralleros simpáticos (El equipo A), toscos mamporreros (Los mercenarios) e insípidos vampiros (Eclipse). Los amantes de otros tipos de cine han recibido sus ansiadas dosis con cuentagotas: Philip Morris ¡Te quiero!, Airdoll, y las más irregulares La vida privada de Pippa Lee o Mamá está en la peluquería. Woody Allen y Woody, el esponjoso vaquero de Toy Story, suman nuevos puntos para ganarse la inmortalidad.

Los festivales tampoco se libran de la tiritera. Los grandes ponen ya sus barbas a remojo viendo las brasas de los pequeños. Esta año han apostado por los desconocidos (victorias de un tailandés en Cannes, turco en Berlín y ecuatoriano en Málaga) sin renunciar a servir de escaparate de productos y caras más comerciales. En la Costa Azul quedó patente que Iñarritu sin Arriaga es menos Iñarritu, por mucho Bardem que dé la cara. En la Costa del Sol que corren malos tiempos para la lírica del celuloide. En la Potsdamer Platz hubo más ruido con el desagravio a Polanski que auténticas nueces. En el Lido veneciano la trompeta de Alex de la Iglesia se llevó el león al agua. En el Kursaal donostiarra Agustí Villaronga arriesgó con Pa negre, convenció y no se llevó el gran premio. El tiempo pondrá al jurado en su sitio.

El cine español, como bien ha explicado Fernando Lara, vive la calma chicha que precede a una tormenta perfecta. Los peores augurios se están confirmando. El desajuste entre exceso de producción y desafección del público ha estallado con el tijeretazo de Zapatero y el cierre del grifo de los bancos a las PYMES. Miles de profesionales que se arrimaron al calor del glamour, los anticipos de las televisiones y las subvenciones de papá ICO están ahora en vilo. La pavorosa dentera a estrenar en esta época nos deja como patético taquillazo Que se mueran los feos. En otoño pretende recuperar a los espectadores perdidos con lo que queda de nuestra vapuleada armada artística: Santiago Segura, (Torrente 3D, El gran Vázquez), Belen Rueda (Los ojos de Julia), Alex de la Iglesia (Balada triste de Trompeta) o el emergente Alberto Ammann (Lope).

Aún cuando levante más o menos el vuelo, la caída del guindo ha sido, está siendo estremecedora. Como el sector inmobiliario, el cine español no ha querido ver los avisos que el cielo y el sentido común le estaban enviando. Tampoco, es justo decirlo, merecen la dolorosa mortificación presente.

martes, 19 de octubre de 2010

¿A quien se lo enseñarán ellos?

Publicado en Diario de Mallorca el 19/10/10

LA RED SOCIAL

Nacionalidad: Estados Unidos, 121 min. Director: David Fincher. Actores: Jesse Eisenberg, Justin Timberlake, Andrew Garfield, Brenda Song

La red social narra dos pleitos paralelos sobre la autoría de una página web. El tema no merecería ni dos líneas de un periódico si esa web no tuviera ahora medio millardo de seguidores y su fundador esté entre los hombres más ricos del mundo. El director David Fincher (Zodiac, El curioso caso de Benjamin Button) y el guionista Aaron Sorkin (El Ala Oeste de la Casa Blanca) se han aplicado en desmembrar la cronología para darle ritmo y en retocar la historia real lo justo para darle vidilla dramática. Las dos reuniones de los litigantes se intercalan con flashbacks sobre la creación de Facebook y su fulgurante y polémico éxito. Reuniones, fiestas y comidas afloran inteligencias excepcionales, traiciones, celos y vanidades. Fincher dirige con eficacísima pulcritud; se desmelena sólo en la regata a remo con el Peer Gynt de Grieg en versión acelerada de Trent Reznor.

El mayor mérito de La red social es que logra trocar puños por palabras, encender el debate sobre el precio y el premio real del éxito, sobre si los genios son siempre unos tarados emocionales, sobre quien es el autor real de una obra (una página web en este caso) y cómo se objetiva la aportación de sus colaboradores, sobre hasta qué punto las emociones (un desengaño amoroso, rabia por no ser admitido en un club universitario) influyen en decisiones racionales. Y deja en el aire la gran paradoja: ¿Cómo ha podido un chaval introvertido y asocial crear un punto de encuentro social, de cotilleos, de ligoteos, de reencuentros, que ha encandilado a 500 millones de personas?

lunes, 18 de octubre de 2010

1944

Publicado en Diario de Mallorca el 18/10/10

PA NEGRE

Nacionalidad: España, 104 min. Director: Agustí Villaronga. Actores: Francesc Colomer, Sergi López, Laia Marull, Nora Navas

El año en que medio planeta seguía embarcado en una gran guerra, en España se vivía el apogeo de una cruenta posguerra. En Pa negre, Agustí Villaronga adapta con cierta libertad una novela de Emili Teixidor, con afinidades de El espíritu de la colmena (Victor Erice, 1973) o El laberinto del fauno (Guillermo del Toro, 2006). La falta de novedad se compensa por la profundidad: Niños necesitados de enseñanzas y referentes se encuentran con adultos enzarzados en rencillas y venganzas. Lo que arranca como ajustes de cuentas de los vencedores sobre los vencidos y la lucha de éstos últimos para mantener su integridad, pasa a mostrar los claroscuros de esos supuestos héroes, su opresión de la homosexualidad, la sumisión a los caciques locales, y desemboca en la pérdida de inocencia de los niños. A medida que el protagonista va conociendo a su padre, se ve abocado a renegar de lo que éste le enseña y no aplica. Con su escasa experiencia y el histerismo de su entorno debe elegir entre decencia y pragmatismo. No tiene, como la chica de El laberinto del fauno, un mundo onírico en el que guarecerse. Le ofrecen una única salida y la acepta con todas sus consecuencias.

En la realización, Villaronga aparca la experimentación de Aro Tolbukhin. No regala escatología pero tampoco escatima dureza. Quizás fuerza un poco la exaltación constante de las mujeres. La fotografía acentúa bien la claustrofobia del lugar, las masías oscuras, el bosque cerrado. Los actores muestran oficio y convicción. Pa negre es un sólido drama rural, gran trabajo de Villaronga.

jueves, 14 de octubre de 2010

Duros por fuera, blandos por dentro

Publicado en el suplemento Bellver de Diario de Mallorca el 14/10/10

CINE. La relación de Hitler con el séptimo arte tuvo su cenit en la aún no bien aclarada relación con la cineasta Leni Riefenstahl. La teutona tenía el cine en las venas. Además de exaltar el nacionalismo de forma directa (El triunfo de la voluntad), aprovechó la excusa de la inminente olimpiada en Berlin para sugerir qué etnia, y con qué rasgos físicos, era la elegida para prevalecer en el mundo. Los planos iniciales de Olympia siguen siendo de una belleza que corta la respiración. Cuesta asociarlos con la propaganda que encubren y con el horror que encubre esa propaganda. Además del cine épico y propagandístico, a Hitler le chiflaban, según William Hakvaag, los dibujos animados de Walt Disney (Blancanieves y los 7 enanitos) y King Kong.

Contemporáneo de Hitler fue Franco. Nuestro longevo opresor no fue capaz de reprimir la tentación de mostrar su pequeño ego creativo. Escribió Raza con el seudónimo y la adaptó al cine, en una de las producciones más caras de la época: 5 meses de rodaje, 50 decorados, 500 trajes de época, 1500 extras, 1.650.000 pesetas de la época de presupuesto. El digitado para dirigir fue José Luis Sáenz de Heredia, con un talento infinitamente inferior al de la amiga de Hitler. Sáenz de Heredia sufrió, como bastantes, la bipolaridad de la preguerra: era pariente de Primo de Rivera y amigo de Luis Buñuel. El aragonés logró interceder para que no le fusilaran los republicanos. El madrileño no quiso, o no pudo, devolverle el favor.

Stalin, el ogro de Hitler y Franco, también fue un amante del séptimo arte. Metió mano en guiones y montajes de los filmes que se producían en su país mientras disfrutaba pases privados de Tarzan y otras superproducciones yanquis. Más curiosa, quien sabe si cierta, es la leyenda de que intentó asesinar a John Wayne para intentar frenar el avance cultural de los americanos.

Entre los tiranos modernos, tres nombres destacados: Saddam Hussein, Fidel Castro, Kim Jong-Il. Al iraquí derrocado le encantaban las historias de conspiraciones y las películas de Will Smith. El cubano es un fan de Spielberg, y gracias a esa afición, o debilidad, tiene mucha más manga ancha en la importación de películas que en otros productos “imperialistas”. El norcoreano es un cinéfilo puro. Se cree que su colección supera los 20.000 títulos, y llegó a secuestrar a un director surcoreano, Shin Sang-ok para que rodara a sus órdenes.

Este repaso de los gustos cinéfilos de temidos gobernantes da pie a una reflexión final: ¿Eran/son humanos? ¿Por qué/cómo son capaces de reír, llorar, suspirar por la vida de unos personajes de celuloide y no son capaces de perdonar la vida de unas personas de carne y hueso? ¿Son víctimas de agudos desequilibrios emocionales o de la adictiva borrachera de poder? Lo peor, lo atroz, es que ellos no se sienten unos monstruos; creen tener la misma capacidad de sentir y emocionarse igual que sus súbditos. Los que están de su lado.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Despreciable yo

Publicado en Diario de Mallorca el 13/10/10

GRU, MI VILLANO FAVORITO

Nacionalidad: Estados Unidos, 95 min. Director: Pierre Coffin, Chris Renaud. Actores: (animación)

Equipo multinacional para el intento de Universal por acercarse a la estela de Pixar, con directores franceses, argumentista español y guionistas yanquis. Gru, mi villano favorito (el título original es el de esta reseña) recurre a una fórmula muy contrastada en el cine reciente, la del villano que acaba liberando su corazoncito. A Gru, el protagonista, le mueve el ego. Quiere ser el mayor revientailusiones del mundo. Tras sustituir la pirámide de Giza por una hinchable (excelente arranque), se propone encoger la luna con una pistola inventada por los chinos, ayudado por un renqueante científico y una legión de supositorios gafotas. En su contra, un joven villano y un banquero; entre medias, tres niñas huérfanas.

El argumento es bastante previsible. La trama del padre adoptante, espurio al principio y padrazo después, es válida para niños pero demasiado obvia para los mayores. El mayor hallazgo son los inquietos ayudantes, partícipes en los mejores gags de la película. Otros recuerdan, sin llegar a calcar, a los de Looney Tunes (el perro piraña, los misiles sobre Gru). La factura es de alto nivel sin alcanzar la estratosférica cota de Pixar. Ofrece texturas muy elaboradas y escenas (persecuciones por el espacio, paseo en la montaña rusa) diseñadas para videojuegos o impactar en 3D. La banda sonora va sobre seguro, Bee Gees, Barry Manilow o el Sweet home Alabama.

Dentro de la escasísima oferta actual para el público más joven, Gru, mi villano favorito logra satisfacer por igual a peques y canguros. No llega a ser original del todo y le falta profundidad, pero entretiene y tiene un puñado de buenos golpes.

martes, 12 de octubre de 2010

Río revuelto

Publicado en Diario de Mallorca el 12/10/10

WALL STREET – EL DINERO NUNCA DUERME

Nacionalidad: Estados Unidos, 133 min. Director: Oliver Stone. Actores: Michael Douglas, Shia LaBeouf, Carey Mulligan, Josh Brolin

Comencemos por la forma. La secuela de Wall Street logra poner imágenes y ritmo a un tema tan árido como las finanzas. Recurre a todo tipo de trucos, desde conversaciones en un taxi despendolado, piques de moto entre ejecutivos rivales, pantallas fragmentadas o animaciones de los proyectos en los que invierten. En el reparto, Michael Douglas no impone tanto como la primera vez pero aguanta el tipo; Shia LaBeouf carece de la convicción de Charlie Sheen; Josh Brolin atina como depredador; Carey Mulligan está tan evanescente como su aniñado rostro.

Vayamos al fondo. Oliver Stone recrea de nuevo las ambiciones y luchas intestinas entre los que detentan el poder real del mundo. Tono didáctico para simplificar las causas del desastre (mentando incluso, ¿quién ha copiado a quien?, las Ninja de Leopoldo Abadía) y separa entre brokers buenos, dudosos y malos. Si en 1987 el lema era “La codicia es buena”, en 2010 es “¿La codicia es buena?” El protagonista del filme pelea por demostrar que hay brokers buenos y concienciados con la sociedad y el planeta. La realidad palpable es que siguen sintiéndose unos elegidos. Más: en la primera parte un sindicalista (Martin Sheen) alertaba de que los tejemanejes de algunos brokers podían liquidar a miles de trabajadores. En la secuela actual la voz de la calle la lleva una pánfila bloguera (Mulligan), supuestamente izquierdista pero tan amante del lujo como su novio o su padre. Oliver Stone machaca la metáfora de los avispados pescadores, los trata con benevolencia y se olvida de mostrar la indefensión de los pececillos. Nosotros.

jueves, 7 de octubre de 2010

Pendiente de un hilo

Publicado en el suplemento Bellver de Diario de Mallorca el 7/10/10

(1) Nunca es tarde si la dicha es buena. Adquiero, vía irrechazables rebajas de un comercio electrónico, las primeras temporadas de la serie The Wire. El tema no promete. Mafias variadas de una ciudad industrial venida a menos y policías tras ellas. Materia explotada hasta la saciedad desde hace décadas. El resultado convence. Hurgando en los claroscuros de los personajes, David Simon y Ed Burns han convertido la escala de grises en un triple arcoiris. Todos contra todos y contra sí mismos en cada uno de los bandos. Vidas personales en el alambre, policías con la profesión en la sangre, delincuentes que dan el salto de la astucia a la inteligencia; fiscales, abogados y jueces poniendo sus propias ilusiones, intereses y miserias en la balanza de la imparcial justicia. Se me agotan los adjetivos. Suena el telefonillo, un mensajero trae el pack de la tercera temporada.

(2) Llegó a ser dueño de 15 casas palaciegas, incluyendo castillos en Inglaterra y Bavaria e islas privadas en las Bahamas, cuatro yates, un jet, 30 automóviles incluyendo un Lamborghini, 9 Rolls Royce, 30 motos y famosas obras de arte. Ahora le persigue hasta el Cobrador del Frac. El pleito contra su contable ha permitido conocer los embarrados pies de uno de los actores más sólidos y cotizados de Hollywood, Nicolas Cage. ¿Hay que envidiarle, abuchearle, ignorarle, compadecerle, psicoanalizarle?

(3) Como autor (a tiempo parcial), aún es difícil saber si el libro electrónico encogerá mis paupérrimas regalías o si las ampliará levemente. Como lector, tengo ya el Kindle 3 y lo tengo y no lo tengo claro. Cuando me coma en un aeropuerto la próxima huelga de pilotos, controladores o maleteros podré elegir entre las 1300 páginas de El fantasma de Harlot de Mailer (Norman), las 900 del Cuarteto de Alejandría de Durrell (Lawrence) o las 310 de la Trilogía de Corfú de Durrell (Gerald) por el peso conjunto de un librito de bolsillo. Me alegraré de los árboles que he salvado y me preocuparé por la gente de imprentas, editoriales y librerías que se irán al paro. Echaré de menos el olor del papel, el color de las portadas, el mosaico de lomos con alturas, tonalidades y grafías diferentes en los estantes de mi biblioteca. Y, sin darme cuenta, atiborraré la memoria de mi ordenador y la de mi ebook con más libros de los que pueda leer en décadas. Es el progreso, ¿estúpidos!

miércoles, 6 de octubre de 2010

De hombre a hombre

Publicado en Diario de Mallorca el 6/10/10

ABEL

Nacionalidad: Méjico, 89 min. Director: Diego Luna. Actores: Christopher Ruiz-Esparza, Karina Gidi, Jose Maria Yapzik

Poca sorpresa en que un actor se pase a la dirección (sonbre todo viendo el prolífico ejemplo de Clint Eastwood). Cierta curiosidad por saber que ha libado Diego Luna de Gus van Sant, Agustín Díaz Yanes, los hermanos Cuarón o Julian Schnabel cómo actor y qué clásicos ha degustado como cinéfilo.

El argumento de Abel, escrito por el actor-director y Augusto Mendoza, marca género y fronteras temáticas. En una ciudad del centro-norte de Méjico, un niño sufre una especie de autismo tras un trauma familiar y parece recuperarlo pretendiendo asumir el papel del cabeza de familia ausente. Realismo sucio pero no violento ni trágico. Comba entre comedia y drama. La primera no del todo afilada, más de sonrisa y puntuales sorpresas; la segunda recurre, abusa, de situaciones con niños en peligro pero sale razonablemente airoso de ellas. Hay además un retrato del machismo aún vigente en la sociedad charra, la presión que reciben las madres solteras, las carencias de algunos servicios sociales, y el perpetuo debate de si los niños con dificultades deben ser criados en la falsa seguridad y soledad de centros especializados o en la incierta, y muy exigente para sus familiares, vida corriente.

Bien planteados los temas los personajes y el escenario, al guión le falta un puntillo para calar del todo. El ritmo de la película es correcto, la fotografía tiene momentos brillantes (la piscina, algunos encuadres interiores) y los actores no acaban de aportar algo más. Abel ni emociona ni decepciona, siendo una buena opción para los amantes del cine social o no anglosajón.

lunes, 4 de octubre de 2010

¿Respira nada, americano?

Publicado en Diario de Mallorca el 4/10/10

BURIED (ENTERRADO)

Nacionalidad: España, 92 min. Director: Rodrigo Cortés. Actores: Ryan Reynolds

Negro. Respiración. Toses. Golpes suaves contra un tablón de madera. Manos palpando. Gemidos. Chasqueo de un mechero Zippo al abrirse y encenderse. Llama del mechero. Rostro masculino angustiado. Boca amordazada. Hombre atrapado en un ataúd.

Los primeros minutos de Buried (enterrado) marcan, por si alguno no ha recibido el bombardeo de los medios de comunicación, el escenario, el argumento y el tono del resto del filme. Previamente hay un homenaje nada disimulado a Hitchcock: créditos reciclados de Con la muerte en los talones, aires de Bernard Hermann en la música original y ecos de La soga y Vertigo en argumento y fotografía. Cine globalizado, asignatura aún balbuceante de la industria española: El gallego Rodrigo Cortés, con producción impulsada desde Cataluña, traslada un guión del americano Chris Sparling y protagonismo único del canadiense Ryan Reynolds. Critica fácil de la inhumanidad de las grandes empresas, aceptable del maniqueísmo de los occidentales en Oriente y trama amorosa muy leve para huir de melodramas. Un elemento clave, un teléfono móvil, permite desarrollar toda la historia sin salir de los seis mamparos. Elementos adicionales (el mechero, lámparas, arena, un visitante inesperado) aportan variedad o tensión adicional. Sólo se rompe el encierro con dos recuerdos al maestro inglés y un breve fantasy cut. Los encuadres y el montaje están planificadísimos para evitar la monotonía. Reynolds cumple con un papel sin apenas dificultad.

Buried (enterrado) es un buen ejercicio de estilo. Exige, como el cine de terror, una dosis de fe. Y da lo que promete, claustrofobia, drama e incertidumbre. El que vaya con ganas de sufrir, sufrirá.