viernes, 26 de julio de 2013

¿Diez billones de habitantes?

Publicado en el suplemento Bellver de Diario de Mallorca el 25/7/13




SOBREPOBLACIÓN

El titular tiene truco. Corresponde al último libro de Stephen Emmott (Ten Billion, Penguin, 2013) y es un nuevo toque de alarma sobre el crecimiento exponencial de la población. Los billones anglosajones son, en el diccionario de la RAE, millardos. 

Da igual, la cifra asusta. A científicos, a escritores y cineastas. Hace medio año hablé sobre el cine apocalíptico. Ahora trataré una variante que se ha convertido en monotema este verano: el postapocalipsis, la imaginación del planeta Tierra una vez que hayamos sido borrados de su faz. Lo vimos el año pasado en las precuelas de Alien o El planeta de los simios. Lo hemos visto hace nada en Oblivion, El hombre de acero o After earth

En literatura la lista de novelas que han tratado el tema es extensísima. Sin ir más lejos Dan Brown, con su proverbial perspicacia, se sube al carro en su reciente Inferno (Planeta, 2013), pero elige el enfoque más sencillo y populista, el de una secta ocultista que pretende provocar un genocidio para que la Tierra tenga un número 'razonable' de habitantes. Más provocador y de infinita superior calidad literaria es el clásico Todos sobre Zanzíbar (John Brunner, 1968, premios Hugo y BSFA, descatalogado en castellano) en el que se crea un ultramegaguetto, bendecido por la ONU, en un país africano. Dos años antes Harry Harrison eligió un tono tragicómico en su novela ¡Hagan sitio! Hagan sitio! (también descatalogado) 

Volviendo al cine, del siglo XX, tesis parecida a la de Brunner, a menor escala, propuso el filme 1997 recate en Nueva York (John Carpenter, 1981). La tasa de criminales (por escasez de recursos) es tan alta que se ha sellado la isla de Manhattan con todos ellos dentro. Cuando el destino nos alcance (Richard Fleischer, 1973) da vueltas sobre el mismo tema. Naves misteriosas (Douglas Trumbull, 1972) es precursora de Oblivion, pero mucho más humana y entrañable, a pesar de sus achaques.

Con o sin desbarres literarios, el tema tiene chicha. Diez mil millones de habitantes. Repito, diez mil millones. ¿Los puede soportar el planeta? Tratado con seriedad, el conundrum (bonita palabra inglesa para acertijo) lo formuló por primera vez Malthus en 1798 en su Ensayo sobre el principio de la población. Emmott sigue su senda como lo hizo Ehrlich en 1986 (La bomba demográfica). Es un galimatías simple y pérfido: mantener el crecimiento actual de población es pan para hoy y hambre para mañana. Intentar frenarlo es hambre para hoy (mucha) y (quizás) pan para mañana. Por eso ningún dirigente mundial se atreve a plantearlo. Todos saben que sólo con insinuarlo los despellejarán y los lapidarán. Y se enterrará el problema (junto con el ingenuo susodicho) cien metros bajo tierra.

A la bomba demográfica le ocurre como al cambio climático. Prácticamente todo el mundo está de acuerdo en su inevitabilidad, pero es imposible estimar fechas, plazos, porque es casi imposible calcular los recursos restantes de la Tierra, porque algunas especies están mostrando (lógico) una buena adaptabilidad y porque la tecnología está trastocando esos pronósticos cada dos por tres (hace nada decían que sólo quedaba petróleo para una década, ahora -con el fracking y las prospecciones submarinas- dicen que para medio siglo o más).

Los pobres mortales, los ciudadanos de a pie, nos vemos atacados por dos frentes: los científicos en plan apocalíptico, amargándonos lo que nos queda de vida sobre una catástrofe que, quizás, sufran nuestros bis o tataranietos. Por otro, Hollywood con su vena romántica, recreando un planeta desierto y unos pocos humanos sufrientes, como en las películas de Raquel Welch luchando contra dinosaurios. Suena a música del Titanic. Quizás no queda otro remedio que seguir su consejo. Dejarnos anestesiar y rezar porque sea una extinción dulce.

Juego de manos...

Publicado en Diario de Mallorca el 24/7/13

AHORA ME VES...

Nacionalidad: Estados Unidos, 116 min. Director: Louis Leterrier. Actores: Jesse Eisenberg, Mark Ruffalo, Isla Fischer, Woody Harrelson, Melanie Laurent, Michael Caine, Morgan Freeman

De repente, se han puesto de moda los ilusionistas. Ahora me ves... arranca con brío: cuatro prestidigitadores callejeros (Eisenberg, Harrelson, Fischer y Franco), cada uno con habilidades particulares más desarrolladas, son convocados por un misterioso hombre para formar un dream team y robar, en pleno show, a bancos y financieros. Un agente del FBI (Ruffalo) y una de la Interpol (Laurent) van tras ellos.

Hasta la mitad, el filme parece que desarrolla una variante de Ocean's eleven y secuelas. De haberla seguido era una opción comercial pero noble, ya que pone las cartas boca arriba desde el primer minuto. Los creadores de Ahora me ves... han preferido las cartas marcadas, como en The game. A algunos espectadores les gusta entrar en ese juego, dejarse llevar por los reiterados señuelos. Los que activan sus neuronas se dan cuenta pronto de que cada giro de tuerca, cada rizada de rizo, ponen a los guionistas a la misma altura que sus personajes, tahúres habilidosos y vacuos. Y acaban cruzando los brazos en espera de un final imprevisible porque les han escamoteado las pistas clave. Es una pena, porque el reparto es de primerísimo nivel: Michael Caine y Morgan Freeman no necesitan presentación, Jesse Eisenberg (La red social) y Melanie Laurent (Malditos bastardos, El concierto) son dos brillantes más que promesas; Woody Harrelson y Mark Ruffalo dos todoterrenos con oficio y buena química con la cámara. El cineasta Louis Leterrier (Transporter, Hulk) imprime un ritmo de videojuego, abusando de grúas y travellings, y no logra sacar emotividad en las limitadas tramas personales. Lo mejor, algunos diálogos puntuales y los actores. El resto, el vacío.

lunes, 22 de julio de 2013

Pequeña Miss Corán

Publicado en Diario de Mallorca el 23/7/13

LA BICICLETA VERDE

Nacionalidad: Arabia Saudi, 98 min.  Director: Haifaa Al-Mansour. Actores: Waad Mohammed, Reem Abdullah, Abdullahman Al Gohani, Ahd

Una chica de 12 años (Wadjada) se presenta a un concurso escolar de canto para pagarse una bicicleta. Así de sucinto, el argumento tiene muchos paralelismos con la deliciosa Pequeña Miss Sunshine de hace unos años. La diferencia está en que la acción no transcurre en Estados Unidos sino en Arabia Saudí, y que el canto está limitado a unos versos del sagrado texto islámico.

La bicicleta verde tiene un guión de recorrido muy corto y final muy previsible, una realización plana, una banda sonora entre discreta e inexistente y unos actores y actrices siendo muy benevolentes, esforzados. Pero eso importa poco. O mejor dicho, es una consecuencia de la circunstancia, con mayúsculas, que envuelve a sus protagonistas. Por pereza, tenemos una imagen de Arabia Saudi con jeques, yates y coches de lujo. La película nos muestra la vida de las clases medias. El yugo, no excesivo pero firme, del poder religioso. Sin entrar en maniqueísmos de sociedades occidentales 'libres' frente a nepotismos orientales, o debates sobre feminismos más o menos justificados, se entrevé, y parece muy plausible, un régimen no tiránico pero sí extremadamente patriarcal y machista. Las mujeres adultas sólo pueden mostrar los ojos en la calle. No pueden votar, ni conducir (contratan entre varias a un chófer para acudir a sus puestos de trabajo). Las niñas no pueden ir en bicicleta, según los más fanáticos, porque se pone en peligro su virginidad. Las mujeres menstruantes sólo pueden tocar el Corán cubriéndose las manos con pañuelos... Frente a todo eso se rebela, de forma inconsciente, la chica. Su candor, su perseverancia y su astucia desarman, al mismo tiempo, al resto de protagonistas y al espectador.

Escraching

Publicado en Diario de Mallorca el 15/7/13

THE EAST

Nacionalidad: Estados Unidos, 116 min. Director: Zal Batmangli. Actores: Britt Marling, Alexander Skarsgard, Ellen Page, Patricia Clarkson

Un grupo de ultraizquierda se dedica a un particular ojo por ojo contra empresas que atentan flagrantemente contra el medio ambiente o la salud de los ciudadanos, persiguiendo a los empresarios y haciéndoles probar su cicuta. En paralelo, una agencia privada de seguridad infiltra a una joven agente en ese grupo.

The East es un thriller ecopolítico (como Erin Brockovich o Efectos secundarios) que pone el dedo en la llaga de la impunidad de muchas grandes empresas, de sus abusos con los ciudadanos. En ese sentido es loable. Sin embargo, esquiva deliberadamente las connivencias políticas de esos abusos, como sí han hecho Michael Clayton, Syriana o varios documentales de Michael Moore. Al focalizar todo en grupos privados (las empresas dolosas, los superdetectives y una cédula anarquista independiente, sin apenas ramificaciones o delegaciones) evita campos minados, a cambio de resentir su verosimilitud. Además, para evitar que esa organización (que da título al filme) sea un puñado de yayoflautas, y para justificar su inteligencia y capacidad de infiltración, recurren a novelescos pasados de los integrantes (amaga, un fugaz momento, con adaptar El hombre que era jueves de Chesterton). Y cae en los estereotipos de David contra Goliat, la previsible concienciación de la protagonista o la extrema apostura del líder de la banda. La sensación que deja el filme es ambivalente. Por un lado cuesta creer que puedan ocurrir cosas así. Por otro, es mucho más sincero que muchas películas que camuflan conservadurismo bajo epidermis progresistas, o huecos a secas (Hanna); mantiene bien el suspense y su nivel de realización, ritmo e interpretaciones (Skarsgard hijo, Marling, Page, Clarkson) se acercan al notable.

jueves, 11 de julio de 2013

Dos cracks

Publicado en el suplemento Belvver de Diario de Mallorca el 11/7/13

JAMES GANDOLFINI - WERNER HERZOG

1. Por fortuna, James Gandolfini recibió en vida tantas alabanzas como tras su prematuro deceso. Matías Vallés citó su breve pero regocijante papel en In the loop representando a un general americano ninguneado por niñatos burócratas. De Los Soprano, tengo tatuadas en la retina dos escenas. Primera temporada: Tras tirarle los tejos a la psicoterapeuta, esta le rechaza pero se empeña en explicarle por qué lo hace. Soprano/Gandolfini le corta en seco con un diálogo aproximado a este: “Escúcheme. Estoy casado, tengo dos hijos y  una putilla rusa a la que veo cuando me da la gana. No tengo nada de qué hablar.” Se levanta y se larga dando un portazo. El actor italoamericano tenía cuerpo de matón y ojos de niño pequeño. Sobre los estupendos diálogos que le ponían en bandeja añadía y potenciaba ese contraste. Con la máxima naturalidad, esa que sólo los actores expertos y muy confiados logran transmitir. Segunda temporada: El día antes de casarse, la hermana de Tony Soprano acaba de matar a su novio (mafioso también) por una discusión trivial. Pide ayuda a Tony. Éste pasa una noche en blanco deshaciéndose del cadáver, limpiando el piso y enviando a su hermana a la otra punta del país. Llega a casa a última hora del segundo día y se deja caer en el sofá, derrengado. Su mujer se sienta a su lado y le abronca porque cree que ha estado con su amante. Él le replica que acaba de dejar a su hermana en la estación de autobús. Otro diálogo antológico. “Tu hermana se casa mañana /No se va a casar/ ¿Y su novio?/ Se ha ido/ ¿Qué quieres decir?/ ¡Que se ha ido! /¿Cómo que se ha ido?” Gandolfini mira al techo, indicando con un discretísimo gesto que las paredes oyen. “En veinte años que llevamos juntos no nos han detenido una sola vez.” A la mujer se le dilatan las pupilas, aspira una bocanada de aire y mira al suelo. “Entiendo. Se ha ido”. Fin del capítulo. Fin de la temporada. Gandolfini pasó de secundario ramplón en cine a cabeza de cartel en televisión y de ahí a secundario de lujo en cine. Todo ello merecidamente. Tenía mucho que contar pero Dios, parafraseando a Lope de Aguirre, decidió adelantar su retirada. 

2. No todo son tristezas. Se cumplió el año pasado, y apenas nos enteramos, un feliz aniversario. Hace medio siglo y pico (un servidor aún no estaba ni en fase embrionaria), Werner Herzog rodó un corto de 12 minutos, Herakles. Desde entonces ha firmado 65 títulos (incluyendo Tv movies y documentales televisivos) con obras maestras como Aguirre, la cólera de Dios, Fitzcarraldo, Stroszeck o la reciente La cueva de los sueños olvidados. Destacadas, y exitosas, Rescate al amanecer o Grizzly man. También ha asomado como actor (malo malísimo en la reciente Jack Reacher) y puesto voz a un secundario de un episodio de Los Simpson. Es muy interesante comparar su Stroszeck con Paris Texas de Wim Wenders. Ambas tienen puntos en común (Protagonistas descastados y desquiciados, mujeres de mala vida y buen corazón, devaneos por las carreteras de Estados Unidos), pero son dos películas diferentes, únicas. Larga vida al maestro.

miércoles, 10 de julio de 2013

Lecciones de ética de un robot

Publicado en Diario de Mallorca el 10/7/13

STAR TREK EN LA OSCURIDAD

Nacionalidad: EEUU, 132 min. Director: J.J. Abrams. Actores: Chris Pine, Zachary Quinto, Zoe Saldana, Simon Pegg, Benedict Cumberbatch

Con Star Trek En la oscuridad J.J. Abrams (Perdidos, Super 8) confirma que no quiere emular a Cristopher Nolan. De hecho, va cuajando como el sucesor, con su bendición, de Steven Spielberg. El título engaña, porque da a entender que se van a seguir los pasos de franquicias como Spiderman o Superman, dotando a sus protagonistas de un pasado con ribetes de tragedia griega o shakesperiana. 

Al contrario, Abrams apela a una muy reconocible inmadurez de los postadolescentes plasmada en el desencuentro entre Kirk (Pine) y Spock (Quinto). El primero peca a la vez de arrogancia y sensibilidad; el segundo de alta inteligencia clásica y baja inteligencia emocional. Al ver que su falta de sintonía provoca daños mayores, los dos se esfuerzan por aprender, por entender al otro. Otro acierto de Abrams es poner muy alto el listón (en astucia y perfidia) del villano de turno. Eso exige un redoble de esfuerzo a los guionistas y un actor igual de convincente. Cumberbatch lo logra, igual que Chris Pine y Zachary Quinto, muy consolidados en sus papeles. A Simon Pegg, John Cho y Karl Urban les toca cuidar la retaguardia, la esencia de la serie. Gracias al buen hacer de los protagonistas y a puntuales guiños cinéfilos (el tiroteo inspirado en El Padrino III; la crisis existencial del joven Spock en la replicante de Blade Runner) el filme, como Iron Man 3 o el último James Bond, es mucho menos hueco que la gran mayoría de taquillazos veraniegos. Sin dejar de ser, no nos engañemos, una película de consumo rápido, limitada trascendencia e improbables aspiraciones a premios.

domingo, 7 de julio de 2013

Autómatas

Publicado en Diario de Mallorca el 7/7/13

LA MEJOR OFERTA

Nacionalidad: Italia, 124 min  Director: Giuseppe Tornatore. Actores: Geoffrey Rush, Donald Sutherland, Jim Sturgess, Silvia Hoeks

Giuseppe Tornatore (Cinema paradiso) recurre a la estructura clásica de tres actos en su último filme:
Planteamiento. Prometedor. Un prestigioso subastador de arte, solitario, misógino, elitista, arisco y tramposo, cae bajo el hechizo de una misteriosa cliente, joven, solitaria y agorafóbica. Misterio acentuado por el descubrimiento de engranajes sueltos de lo que va tomando forma como un antiguo y codiciado autómata.

Nudo. Tornatore (guionista y realizador) profundiza bien en la atribulada relación de los dos protagonistas (Rush y Hoeks), con buen apoyo de Suderland y Sturgess. Aunque son dos personajes bastante extremos, delinea bien el progresivo endulzamiento de su carácter, sobre todo el de él. También hay un bien documentado muestreo de los tejemanejes en el negocio del arte. La difusa frontera entre originales y falsificaciones, los sutiles amaños en las subastas y la no siempre incólume parcialidad y rectitud de los expertos y tasadores.

Desenlace. Aquí el cineasta se deja atrapar por el juego de los engaños, con el recurso, propio de los bestsellers más comerciales, a sucesivas rizadas de rizo. Epatantes, sí, pero que terminan por cruzar la línea roja de la verosimilitud. Y provocan sobre todo que los personajes acaben siendo autómatas supeditados a la trama (al revés que las buenas historias, en las que, bien delineados, sorprenden al espectador sin caer en estereotipos). A pesar de su telegrafiada resolución, Tornatore acierta con el tono, el clima del filme (gracias también a una buena banda sonora del octogenario Ennio Morricone) y las soberbias actuaciones de Geoffrey Rush (Shine, El discurso del rey) y Donald Sutherland, y el buen hacer de la pareja de jóvenes.

jueves, 4 de julio de 2013

Parajes naturales, conflictos artificiales

Publicado en Diario de Mallorca el 4/7/13

AFTER EARTH

Nacionalidad: Estados Unidos, 100 min. Director: M. Night Shyamalan. Actores: Will Smith, Jaden Smith, Sophie Okonedo

Seré sincero, nunca he sido fan del director M. Night Shyamalan. Porque, en mi opinión, no distingue la diferencia entre engaño y trampa. Entre un malabarista y un trilero. Entre poner a prueba y subestimar la inteligencia del espectador. 

Citaré la principal añagaza de After Earth: cuando en la aviación comercial hace décadas que los aviones llevan balizas con aviso automático en caso de accidente, en la película, dentro de medio o un siglo, resulta que han de activarlos a mano. Y que fallan más que una escopeta de feria. Y que cuando la nave se parte en dos, una baliza (la rota) queda a cien kilómetros de la otra, con densa selva y multitud de especies hostiles por medio. Y que de todos los pasajeros de la nave sólo sobreviven un padre y su hijo. El mayor (Will Smith), curtido militar, posee inmensa experiencia pero, ¡maldita sea!, tiene una pierna fracturada y debe enviar sólo a su hijo (Jaden Smith). Con moderno gps y microcámara para aconsejarle pero con unas reservas mínimas de oxígeno. Y que el gps también falla... Más que un vale todo, After earth es un no vale nada. Todo falla en el peor momento para que el pobre chico, pipiolo y miedica, las pase negras. Hasta que por fin se activan los genes paternos, se enfrenta a una terrible bestia y activa la baliza de marras. La lista de trucos de guión, fotografía y música para forzar el suspense es larguísima. Conflictos artificiosos sobre bellísimos parajes de Costa Rica. Todo para contarnos lo que sabemos desde hace milenios, que nos estamos cargando el planeta.