martes, 24 de junio de 2014

500 millas por amor

Publicado en Diario de Mallorca el 24/6/14

 
AMANECE EN EDIMBURGO

Nacionalidad: Reino Unido, 104 min. Director: Dexter Fletcher. Actores: Peter Mullan, Jane Horrocks, Kevin Guthrie, Paul Brannigan, Freya Mavor

The Proclaimers (los gemelos escoceses Charlie y Craig Reid) vendieron miles de discos gracias sobre todo al pegadizo tema I'm gonna be (500) miles. En 2007 se estrenó un musical basado en su segundo album, que se adapta ahora al cine. Se trata por tanto de una fórmula tipo Mamma mia!, o (aún no adaptado al cine) Hoy no me puedo levantar: seleccionar un puñado largo de temas y ligarlos con un hilo narrativo de ficción.

Como esos temas suelen tener temática bastante variada (ergo, dispersa) el argumento suele ser un apaño (ergo, bastante simple). En Mamma mia! se trataba del reencuentro inesperado de una pareja adulta en la boda griega de la hija de ambos. Aquí juntan las bodas de oro de otra pareja adulta (Mullan y Horrocks) con el regreso de la guerra en Afganistán/Irak  de su hijo y el novio de su hija. Cómo mínimos giros argumentales se añade un latigazo del corazón del padre y el afloramiento de una antigua infidelidad, las ganas de conocer mundo de la chica y la morriña de la novia inglesa del otro soldadito. Poca cosa, la verdad pero los temas de The Proclaimers están mucho mejor integrados que los de Abba. Transpiran mayor sensibilidad y humor (“entre la pubertad y el pub”, o las referencias de una oronda chica a sus primeros escarceos amorosos). La dirección de Dexter Fletcher muestra un Edimburgo resplandeciente; en el reparto Peter Mullan cautiva con su aplomo. Aunque es una obra de reivindicación local, mostrando lo mejor de los escoceses, y no ofrece más que evasión, destila un optimismo bastante sincero y contagioso. 

Muchas sandalias y pocas neuronas

Publicado en el duplemento Bellver de Diario de Mallorca el 19/6/14

 
CINE SOBRE LA ÉPOCA CLÁSICA

Pompeya y 300-El origen de un imperio han devuelto el interés sobre los imperios del inicio de la era cristiana. A pesar de los excelsos avances en animación por ordenador, un añora los 'peplums' de hace varias décadas

Con o sin 3D, no hay duda de que la animación por ordenador ha dado un salto cualitativo impresionante en la última década. Salvo en películas de ciencia ficción pura, o parcialmente en cine histórico, los creadores y productores no acababan de cambiar el chip. Lo veían más como un apoyo que como una herramienta.

Gladiator (Ridley Scott, 2000), Troya (Wolfgang Petersen, 2004) o Alejandro (Oliver Stone, 2004) son ejemplos de esa 'vieja' escuela. Montaron elaboradísimos escenarios de palacios o coliseos, buscaron excelsas localizaciones y sólo recurrieron a la computadora para las escenas con multitudes o para momentos puntuales de acción muy compleja. Parte, o mucha de esa indecisión estaba en la desconfianza de directores y actores hacia el 'croma' (el fondo completamente liso, verde, azul o negro, sobre el que se funden las imágenes o acciones artificiales).

Sí arriesgaron en 2007, casi en paralelo, James Cameron con Avatar y Zach Snyder con la primera parte de 300. Ambos invitaron a los espectadores a ver un cómic animado. Les ofrecieron paisajes, mundos, encuadres, efectos visuales que hasta entonces parecían imposibles. El croma pasó a ser el escenario principal, les gustara o no a los actores (que se lo digan si no a Sandra Bullock y sus maratonianas jornadas completamente sola, en Gravity). Como mucho (en la 2ª parte de 300) se montó un esqueleto de nave; el resto lo han puesto el Blender, Maya, E-on Vue y otros sofisticados programas informáticos.

Con un gran presupuesto, (a partir de cien millones de dólares) en el momento que se igualó el coste de quinientos figurantes reales y medio millón virtuales, la suerte quedó echada. Incluso Snyder se autolimitó al ceñirse a la batalla (terrestre) de las Termópilas, protagonizada por Leónidas y Jerjes I. En la segunda parte se embarca con Temistocles en las batallas navales que pusieron a prueba la fortaleza de la confederación griega. Pompeya por su parte se limita a ser un Pearl Harbour con sandalias en vez de botas de caucho y meteoritos sustituyendo a las bombas de los Zero.

Estas películas, igual que Gladiator o Alejandro, pretenden retrotraernos al esplendor de títulos clásicos como Espartaco, Quo Vadis, Ben Hur o Sansón y Dalila. Sin embargo, y no es por nostalgia, no son lo mismo. Les sobra testosterona y les falta encanto, carisma, convicción. Desde el guión al reparto. Hay un error de concepto, concentrar toda la energía en el envoltorio. Despreciar los fundamentos más básicos de la narrativa (premisa original, personajes con matices, diálogos no previsibles) y recurrir a actores de segunda línea para para desviar aún más fondos a los cerebritos informáticos. Ejemplo: Temistocles fue un militar de una inteligencia excepcional; Sullivan Stapleton es un actor vulgar, un musculitos de gimnasio.

Tras ver estas películas uno añora incluso a los veteranos peplums, las películas de serie B (o C, o D) equivalentes a los espaguetti western. Las películas sobre Maciste, Goliat, Hércules... no disimulaban su limitado presupuesto y ambición. Además, o por ello, tenían un cierto encanto. Hasta Paul Naschy se atrevió con el género (Los cántabros, 1980, reservándose para él el papel del general Agripa) o, más previsible, Sergio Leone (El coloso de Rodas, 1961). Mención honorífica final para el mago del stop-motion, Ray Harryhausen. Jason y los argonautas, Furia de titanes o Simbad y la princesa perduran gracias a su estado de gracia.



martes, 17 de junio de 2014

Ser. Mujer. Escribir

Publicado en Diario de Mallorca el 18/6/14


VIOLETTE

Nacionalidad: Francia, 102 min. Director: Martin Provost. Actores: Emmanuelle Devos, Sandrine Kiberlain, Olivier Gourmet

Casi al final de la película, Simone de Beauvoir afirma (cita aproximada) que las grandes obras son las que mejor mezclan realidad y sueños. Con un pasado bastante complicado (bastarda, familia humilde) la amistad de Violette Leduc con Beauvoir, Maurice Sachs, Jean Genet, la provocadora temática de sus libros (lesbianismo, incesto, desarraigo familiar con fuertes componentes autobiográficos) y un innegado don literario acabaron sacándola del pozo de la inseguridad y las depresiones.

El biopic de Martin Provost profundiza en la relación entre las dos escritoras, una desahogada económicamente y reconocida literariamente; la otra atormentada, pobre, neurótica. Se insinúa que Beauvoir la apoyó (con dinero y animándola a escribir) porque vio un talento superior al suyo y porque representaba a la segunda mujer que ella voceaba, con talento y liberada de ataduras puritanas. Todo eso está bien reflejado, aunque sólo en diálogos. La película es demasiado académica, dirigida al público más conservador. Una comparación paradójica: A Leduc le censuraron varios pasajes de su obra Ravages por sus descripciones demasiado explícitas de lesbianismo. La película ni amaga alguna escena como las de altísima tensión en La vida de Adele. La dirección, la ambientación, las interpretaciones y la banda sonora son demasiado convencionales. Sólo hay ligeros destellos puntuales en la fotografía y en la paródica recreación de la escena clave de El acorazado Potemkin por parte de Leduc, Genet y Guerain. Ese academicismo es un decepcionante lastre, pero se compensa parcialmente con el buen retrato de la complejidad de la protagonista, su lucha contra el puritanismo y contra sus fantasmas interiores.

Cero positivo

Publicado en Diario de Mallorca el 16/6/14


SOLO LOS AMANTES SOBREVIVEN

Nacionalidad: Estados Unidos, 115 min. Director: Jim Jarmusch. Actores: Tilda Swinton, Tom Hiddleston, Mia Wasikowska, John Hurt

Lejano el 'gran slam' de filmes que encumbraron a Jim Jarmush como cineasta de culto (Extraños en el paraíso, Down by law, Mistery train y Noche en la tierra), su obra posterior (Ghost dog, Flores rotas) no es en absoluto despreciable. Sólo los amantes sobreviven es su visión personal de la moda de vampiros y zombies, en las antípodas de la saga Crepúsculo o la serie The walking dead.

Lo hace Jarmush marcando territorio con descaro: Argumento mínimo, con sólo un evento reseñable como de acción: Una pareja de vampiros amantes (Adán y Eva, Hiddelston y Swinton) se reúnen en Detroit, reciben la visita de la hermana de ella (Wasikowska) y huyen a Tanger para acompañar a Kit Marlowe (Hurt) en sus últimas bocanadas de vida. Entre medias, un (relativo) dolce far niente. Él compone música (rock progresivo), compran sangre de estraperlo, pasean por la ciudad de noche, discuten con la despendolada hermana... Hay algunas gotas de humor (los aliases en el del hospital, Dr. Fausto, Watson, Caligari...) y de suspense (los zombies que esporádicamente les buscan). El resto es relleno, profusas explicaciones de míticos instrumentos musicales; un puñado de citas literarias; una excelsa ambientación y fotografía (los planos cenitales circulares del inicio, el Jaguar blanco, la mezcla de aparatos musicales antiguos y modernos), interpretaciones (Swinton y Hiddleston) cautivantes; y una música, el citado rock progresivo, que se acaba infiltrando hasta la médula. Peca de lentitud y pretenciosidad; y la limitación de presupuesto se aprecia en los callejeos por Tanger. Aceptando la proustiana propuesta, dejándose llevar, la película engancha. Vampiros introvertidos, estoicos y cultos creando y sobreviviendo a su infinito destino.

Al hombre que comienza a reinar

Publicado en el suplemento Bellver de Diario de Mallorca el 12/6/14

PASEO DE RONDA

1. Dos puntos. Sé que eres inteligente e ilustrado, que estás sobradamente preparado. Aún así, ante la gigantesca montaña que se te echa encima, me gustaría recomendarte medio puñado de películas, seleccionadas con un criterio, por supuesto, muy parcial y discutible.

2. Ricardo III (Richard Loncrane, 1995) Shakespeare sigue siendo más Shakespeare que nunca. El Ricardo III de Loncrane, con Ian McKellen como protagonista (soberbio) y coguionista, es pérfido. Trama contra su familia y flirtea con el nazismo. No es una situación extrapolable a 2014, pero sí un aviso de que los peligros, las malas compañías, la tentación de tomar atajos, asoman detrás de cada blasonada esquina.

3.Tres reyes (David O. Rusell, 1999). La realeza del título es metafórica, pero la trama alude al séptimo mandamiento, el que tu futuro excuñado no ha (presuntamente) asimilado del todo. El tema de esta película de acción, ambientada en desiertos lejanos, trata al conflicto entre bienestar terrenal y espiritual, ayudarse a sí mismo o ayudar a los demás. Vivir del pueblo o para el pueblo. ¿Entró esta asignatura en tus planes de estudios?

4. Un asunto real (Nicolaj Arcel, 2012). No insinúo que tus facultades intelectuales sean como las de Christian VII de Dinamarca. Sólo que te cuides de aquellos que se arrimen a tu lado, como el médico (otra soberbia interpretación, esta vez de Mads Mikkelsen) que acabó de primer ministro con una capacitación justita incluso para su profesión inicial. No caigas en el vicio de la paranoia, pero entrena la virtud de desconfiar (preventivamente) de todos. Incluso, o sobre todo, de los que te recuerden que eres humano.

4.Patrimonio Nacional (Luis G. Berlanga, 1981). Otro aviso para navegantes, como los anteriores. La corte hace mucha compañía, (lo sé), pero no indefectiblemente buena compañía (lo sabes). Berlanga, con el mejor guionista español de todos los tiempos, (Rafael Azcona) retrata las penas y anhelos de un noble cortesano (Luis Escobar, soberbio como todos los actores anteriores) y su obsesión por estar a la altura (patrimonial) de su entronado superior. En lenguaje llano: no es oro, ni noble, todo lo que reluce.

5.Cierro, por supuesto, con El hombre que pudo reinar (John Huston, 1975). Es una comedia de acción delirante, deliciosa, atemporal y en absoluto ligera. Mantiene el espíritu, la profundidad del relato de Rudyard Kipling. Y te recordará dos obviedades: a) Que no siempre los cambios provocan que todo siga igual. b) Que no hay reinados grandes o pequeños, sino reyes (verdaderos o falsos) prudentes o inconscientes, capacitados o limitados, abiertos de miras o enjaulados por sus prejuicios. Y que una mala o insuficiente gestión de las tensiones territoriales puede dejar a tu reino con superficie similar al Kafiristan de Kipling. Y tu poltrona a tiro de simpáticos buscavidas como Michael Caine y Sean Connery. Ojo.

6.Tengo más ejemplos en la santabárbara, muchos, pero esta selección es un buen entrante. Que las disfrutes, tanto o más que tu (te deseo longevo) reinado. De nada.

miércoles, 11 de junio de 2014

Arquear el tiempo




Publicado en Diario de Mallorca el 11/6/14
 
X-MEN – DIAS DEL FUTURO PASADO

Nacionalidad: Estados Unidos, 131 min. Director: Bryan Singer. Actores: Hugh Jackman, Michael Fassbender, Jennifer Lawrence, Pete Linklage

El reciente ensayo Sportonomics confirma que los que invierten más en cualquier deporte acaban consiguiendo más títulos. Hay un pequeño porcentaje de equipos que optimizan mejor sus recursos y otro que lo malgastan, pero a la larga se confirma la tendencia. Con la industria del cine, al menos en su primera división, ocurre lo mismo. Las producciones de Pixar, los filmes de Spielberg o cada entrega de James Bond obtienen siempre beneficios. A ese grupo se unió hace una década larga la productora de cómics Marvel. Comprendió enseguida que invertir en talento daba sus frutos. Bryan Singer, además de esta franquicia de mutantes, ha firmado Los sospechosos habituales o Valkiria. Frente a la cámara hay un arsenal de galácticos, aunando veteranía (Ian McKellen), apostura y/o talento (Hugh Jackman, Jennifer Lawrence, Michael Fassbender, Eileen Page, James McAvoy) y relativas promesas como Omar Sy (Intocable) o el menudo Peter Linklage (Tyrion Lannister en Juego de tronos).

Singer y su refulgente equipo levantan una historia que no cuenta nada nuevo: volver al pasado para salvar a la humanidad en el futuro. El guión está bien armado. Combina fidelidad al cómic, muchos y buenos guiños al público adulto (Nixon tras su derrota  de Vietnam, referencias al asesinato de Kennedy), fugaces gotas de humor y una dosis de genialidad  en el homenaje a Matrix en los sótanos del Pentágono con el Tiempo en una botella de Jim Croce. Suman la afinada ambientación (sobre todo de los años 70), y el excelente trabajo de los actores. Todo, todos, cimentan un filme de evasión que, prueba del verdadero talento, no desprecia la inteligencia del respetable.

De repente, impuros

Publicado en Diario de Mallorca el 9/6/14
 
EL HIJO DEL OTRO

Nacionalidad: Francia, 103 min. Director: Lorraine Levy. Actores: Emmanuelle Devos, Pascal Elbé. Jules Sitruck, Mehdi Dehbi

La premisa de esta película, aunque improbable, no es inverosímil del todo. Dos décadas atrás una mujer palestina da a luz circunstancial y prematuramente en un hospital judío. A causa de un bombardeo, se produce un error de identidades entre dos bebés. Dieciocho años después, justo cuando el chico de familia judía está a punto de ingresar en el ejército descubren el error. En una sociedad sin conflicto político-religioso eso sería un trauma pero se resolvería relativamente fácil. La situación de Palestina, por muy cuestionable que sea la labor de sus líderes, es un apartheid puro y duro. El drama de los chicos muestra una de las muchas situaciones cuasi kafkianas que genera ese enfrentamiento: El criado en familia judía se encuentra súbitamente con que está a punto de ser un ciudadano y devoto de segunda. El criado por palestinos descubre que tiene sangre del enemigo. Accede a muchos derechos y libertades, pero es repudiado por su familia y amigos iniciales. Ambos se debaten entre la gratitud hacia los padres adoptivos y el impulso instintivo hacia sus padres biológicos. Incluso el padre israelí, alto mando militar, es víctima de suspicacias.

El tema es interesantísimo. Algo parecido, mucho más extremo, hizo Gilles Villeneuve en Incendies. La directora (francesa, como gran parte del reparto) Lorraine Levy apenas pasa de la primera casilla. Muestra mucha sensibilidad pero se estanca en terreno de tvmovie, con personajes muy esquemáticos (los padres masculinos sobre todo) y exceso de subrayados y lagrima fácil. Sin embargo, el tema en sí y los destellos fugaces de la magnitud del conflicto (los controles militares) justifican el visionado de la película.

jueves, 5 de junio de 2014

Búscame cuando despiertes

Publicado en Diario de Mallorca el 3/6/14



AL FILO DEL MAÑANA

Nacionalidad: Estados Unidos, 113 min. Director: Doug Liman. Actores: Tom Cruise, Emily Blunt, Bill Paxton, Brendan Gleeson

La ficción, o mejor dicho la creatividad en su rango más amplio, no ceja en probar nuevas asociaciones de ideas, por inverosímiles que sean. Los guionistas Cristopher McQuarrie (Los sospechosos habituales, Valkiria) y los hermanos Butterworth (Caza a la espía) tantean un combinado inusual: mezclar Tropas del espacio (una invasión devastadora de alienígenas no androides) con Atrapado en el tiempo (o sea, el día de la marmota). El protagonista (Cruise) es herido por un bicho de alto escalafón y al mezclarse ambas sangres resucita cada vez que es aniquilado. Coincide con una colega (Blunt) con idéntica bendición y entre ambos afrontan un persistente prueba-error hasta detectar la ubicación y punto débil del capitoste enemigo.

El guión es efectivo más que efectista. No esquiva convenciones de las películas de acción (personajes simplotes, alta frecuencia de escaramuzas armadas) pero no desprecia la inteligencia del espectador, no se mete en callejones sin salida utilizando bien las elipsis y ampliando el terreno de juego en los momentos adecuados. Sí es bastante plana, otra constante del género, la trama amorosa. El realizador, por su parte se marca una tercera asociación cinéfila, recrear un desembarco similar al de Normandía en clave futurista, de modo igual de palpitante que Salvar al soldado Ryan. El desenlace, en los sótanos de un Louvre destrozado e inundado, también es muy sugerente. Y los actores cumplen más que bien: Tom Cruise (cada vez más comedido), Emily Blunt, Brendan Gleeson o Bill Paxton. Lograda película de ciencia ficción, no tan epatante como Origen o Looper pero mejor, más original, menos pueril, que El juego de Ender, Oblivion o el último Alien.