miércoles, 24 de junio de 2009

Misterios Unidos de la India






Una camiseta con este titular resume irónicamente la complejidad del país surasiático junto a un cubo de Rubik.

Datos de la escapada: 2 viajeros (un cámara de TV Mallorca y el abajo firmante). 55 kilos de equipaje repartido en 6 bolsas y maletas de variados tamaños. 10 días totales. 3 en las manos Dios y subsidiariamente en las de pilotos de Air France, Delta, KLM y Air Europa. 4 ½ en un colegio internado rural junto a 5 religiosas, 20 profesores y 615 alumnas de entre 6 y 15 años. 2 ½ para turismo. Nassik (con un río sagrado que viene a ser un Benarés en miniatura) y Bombay (megaurbe poscolonial e hipercosmopolita). Esperando el diletante monzón, calor fuerte. Muy húmedo en Bombay; seco, pero igual de contundente, en el interior.

Objetivo imposible: intentar comprender, aún de forma fugaz, el batiburrillo de la India. Objetivo asequible: mostrar el día a día de la escuela-internado “La luz del conocimiento” de Tilloli (Maharashtra), construida y mantenida con subvenciones y aportaciones de entidades y donantes mallorquines, canalizadas a través de la Associació d'Amics de Tilloli (India).

Impresiones de la fugaz primera impresión: Los indios son tan cuidadosos en lo personal como descuidados en lo comunal (basura, olores, contaminación, fachadas descuidadas). Unos guarros, hablando claro. Un ejemplo: el sistema público de limpieza y alcantarillado de Lothal (norte de la India) hace 5000 años funcionaba mejor que el actual de Bombay o cualquier otra ciudad india, del siglo XXI. Otra seña identitaria del país surasiático, el tráfico caótico. Los indios conducen como niños en una pista de coches de choque, con la diferencia de que los conductores son adultos, los vehículos son camiones, coches, motos y bicicletas; e–increíble- apenas hay choques.

En las urbes la mezcla de etnias, cultos y clases sociales es total. Eso dificulta distinguir a la clase media y provoca una (algo injusta) sensación de tercer mundo. El mundo rural va levantando cabeza muy poco a poco. La zona que visité (200 kms al nordeste de Bombay) obliga a matizar la dicotomía (occidental y maniquea) riqueza—pobreza. Los campesinos viven en unas condiciones que un occidental calificaría por debajo del umbral de pobreza. Hablando con ellos ves que son razonablemente felices y se permiten algún capricho como el teléfono móvil. Las mujeres, en sitios puntuales (como el colegio femenino en el que estuve), logran romper alguna atadura del patriarcado y realizarse y ser más libres.

En las próximas semanas (a final de verano, si logro sacar las horas necesarias) contaré más sobre el colegio-internado de Tilloli. Agradecimiento final a Maria Morell, por su hiperactivo y adictivo entusiasmo al frente de Amics de Tilloli, a Joan, por su gran profesionalidad y adaptación; y a las hermanas Rose, Jaya, Manjusa y Nirmala de Tilloli, y a Matilda y Concy de Nassik por la extrama ayuda y la excelsa hospitalidad.

Continuará…

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