domingo, 13 de abril de 2014

Adicto

Publicado en el suplemento Bellver de Diario de Mallorca el 10/4/14
  
PASEO DE RONDA

1. Al buen cine, como no. Se cumple otro aniversario: medio siglo del estreno de Teléfono Rojo, volamos hacia Moscú. En los extras de una de las ediciones en video (y la abundante bibliografía) se detallan anécdotas de la génesis de esa obra maestra. Resumiré algunas: Para el guión Stanley Kubrick adaptó la novela Alerta roja de Peter George. Pero el instinto le pedía una comedia y contrató al escritor pre hippie Terry Southern (poco después firmaría Easy Rider). Entre Kubrick y Southern transformaron el drama bélico no en comedia, sino en una sátira extrema.

2. A las interpretaciones magistrales. La idea inicial era -por una absurda imposición de la productora- que Peter Sellers interpretara a cuatro personajes, los tres ya conocidos más el piloto del B-52. Al inicio del rodaje Sellers sintió que iba camino del frenopático y renunció al susodicho papel; Kubrick contrató entonces a Slim Pickens, un secundario de westerns serie B, para hacer de piloto... Y como tenía alergia a los periodistas, el inglés mandó posteriormente al redneck (cazurro) tejano a las ruedas de prensa. Con George C. Scott hubo (muy) poca empatía. El actor no estaba cómodo sobreactuando. Kubrick le rogó que ensayara algunas tomas así como divertimento, jurándole que las descartaría del montaje final. Y se quedó justamente con esas. Esas y mil anécdotas más confirman el genio del director y por qué sus obras se mantienen tan vigentes.

3. Al aire limpio. Me gustaría volver a ver El Gran Hotel Budapest (además de por placer) para comprobar un dato: Estoy casi seguro de que no aparece en toda la película un personaje fumando. Paradójico porque en esa época era tan corriente como respirar. Si acierto en mi pronóstico, me atrevo a conjeturar que ha sido por expreso deseo del director, Wes Anderson. Caso contrario es Non-stop, de Jaume Collet-Serra. La escena inicial en la que el protagonista (y su inminente antagonista) fuman en el acceso al aeropuerto, vale. Pero que fume dentro del avión para calmar sus nervios (con el burdo truco de poner cinta americana sobre el detector del humos del retrete) me parece otra de las infumables licencias creativas que se toma el guión. Y levanta de nuevo mis sospechas de que la industria del tabaco financia subrepticiamente a Hollywood. No hay pruebas. Ninguna. Pero cuando -en los países occidentales al menos- está descendiendo el consumo de tabaco, en muchas, demasiadas películas, hay más humo de cigarrillos que de armas. Hmmm...   

4. Al consumo moderado de alcohol. Tras rebobinar la vida y milagros de James Bond unos especialistas han concluido que, de existir, 007 sería impotente y estaría al borde del colapso hepático. Si las autoridades de salud recomiendan no más de 3 ó 4 dosis -dependiendo de la graduación- de alcohol al día, la media del espía oscila entre 65 y 92 semanales. En las doce novelas pasa 123,5 días bebiendo y 39 sobrio... por motivos ajenos a su voluntad (hospital, reclusión, rehabilitación). Otro (pésimo) ejemplo.

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