Publicado en Diario de Mallorca el 18/1/2011
ANIMAL KINGDOM
Nacionalidad: Australia, 118 min. Director: David Michôd. Actores: Guy Pearce, James Frecheville, Ben Mendelsohn, Jackie Weaver
“En el bosque hay árboles e insectos. Algunos insectos, por estar junto a los árboles, se creen más fuertes. Pero siguen siendo insectos” Con esta metáfora, derivada de la archiconocida ley de la jungla del título, el inspector Leckie (Pearce) intenta convencer a Josh (Frecheville) para que delate a sus tíos, una familia de implacables delincuentes. El protagonista tiene puntos en común con los de Pa negre o Un profeta. Jóvenes, o casi, que se enfrentan a un mundo híperhostil. Josh está al borde de la discapacidad intelectual. Por eso policías y ladrones creen que será fácil de manipular. El chico, tras la charla, inicia su metamorfosis en árbol.
Como en los filmes citados, o como en la serie The wire, las fronteras entre el bien y el mal en Animal Kingdom son borrosas. Los cuerpos de seguridad están llenos de manzanas podridas, con abogados igual de inescrupulosos haciendo de puente con los malhechores; en el lado oscuro hay algunas manzanas sanas. Es una guerra sin cuartel, con avances, retrocesos, emboscadas y disensiones. La fortaleza del clan familiar, con la abuela en un engañoso segundo plano, la verosimilitud de los personajes, la extremada finura del guión (ni un personaje acartonado, ni un diálogo supérfluo, violencia muy contenida con igual o mayor contundencia) el ritmo de la película o la música recuerdan a clásicos de este género de Coppola o Scorsese. Altísimo nivel en el reparto. Dificilísimo el papel de Frecheville, atinado Pearce con su bigotito, rotundo Ben Mendelsohn como tío sicópata, sorprendente Jackie Weaver. Y todo ocurre en Australia, en la gris Melbourne, por un director novato y desconocido.
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