PASSI EL QUE PASSI
Nacionalidad: España, 80 min. Director: Robert Bellsolá. Actores: Marcel Tomás, Carlota Bosch, Antonio di Matteo
En un reciente simposio de fotógrafos en Es Baluard, Joan Fontcuberta anunció que la fotografía clásica estaba muerta. Diluída, ahogada, por la “fotografía líquida” de los millones de aficionados que exponen y se exponen en Internet. Passi el que passi ha logrado venderse como un “cine líquido” equivalente, financiándose por medio de un acertado marketing viral en las redes sociales.
Aplaudiendo la audacia (inteligente o desesperada) de la producción y promoción del filme, toca ir al grano. Segunda cita del día: sostiene la rockera Patti Smith que en el arte hay que mostrar el talento, no las heridas. Robert Bellsolá, más que heridas muestra complejos. La historia va de un guionista bloqueado que se embarca en un libreto autobiográfico sobre los problemas sexuales de treintañeros con o sin progenie. Recurrir a la metaliteratura es una primera muestra de debilidad; burlarse de los gurús americanos de enseñanza de guión (McKee, Field) otra, ya que trasluce la endeblez propia. Centrar todo alrededor del sexo, por mucha causticidad o sutileza que se aplique, es una declaración adicional de impotencia creativa. La corta duración del filme remata el justísimo fuelle argumental. Sin embargo, entre todas esas autolimitaciones y complejos se aprecian atisbos de gran comedia. Algunos diálogos (el que da título al filme) los firmaría el mismísimo Woody Allen; el personaje del amigo deprimido es patético y genial a la vez; hay buenos gags de continuidad (el camino rural) o de alternancia (la cuadra de caballos); los actores disimulan o se hacen perdonar sus carencias; y los temas musicales están bien encajados. Condescendiendo con el amateurismo de la propuesta, hay frescura, empatía, bendita desinhibición.
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