viernes, 18 de junio de 2010

El valle de las voces

Publicado en el suplemento Bellver de Diario de Mallorca el 17/6/10

L’ENIGMA ALTAI

Miquel Rayó. Edebé, 287 pags. Barcelona 2010

Literatura. Con L’enigma Altai Miquel Rayó ofrece, lo reconoce, lo canta a los cuatro vientos, una novela clásica de aventuras. Las fuentes son evidentes: Media bibliografía de Julio Verne y una ensalada variada de himalayismo, antropología, Kipling, Conan Doyle, Hilton (no Paris sino James, el de Horizontes Perdidos), el El Código da Vinci y un larguísimo etcétera El escenario es la recóndita cordillera de Altai, en Asia Central, coletazo norteño y lejano del Himalaya, con flashbacks a lugares de origen de algunos personajes.

El dramatis personae está dividido en tres bandas, dispersas al principio, confluentes en el acto concluyente: a) unos inciertos y escurridizos buenos salvajes; b) unos contrabandistas malos porque el mundo y la guerra de Afganistán los han hecho así, con un italiano adosado; y c) una heterogénea cordada de formados, informados e improvisados montañeros que incluye una funcionaria rusa, un militar ruso, un deportista irlandés, un erudito italiano y un pastor nativo.

El argumento es no menos heterogéneo: Funde las búsquedas del eslabón perdido entre neandertales y habilis/sapiens con el Yeti, una logia pseudomasónica y un Shangri-La virgen. Tiene dos partes, con capítulos muy cortos. En la primera presenta los personajes, sus pasados, sus sueños, sus dudas, sus asignaturas pendientes; va sembrando el misterio, los misterios varios, e intercala unas mini lecciones magistrales sobre alpinismo, geeografía o antropología. La segunda es acción pura, sin respiro, adictiva. Algunos personajes se quitan la máscara, para el bien o para el mal, y el desenlace, aunque predecible, mantiene una suficiente cuota de sorpresa.

L’enigma Altai tiene título y mimbres de bestseller sin la inflada verborrea de ese tipo de obras. Homenajea a los clásicos de aventuras con pasión, pero no apura las oportunidades de ese homenaje (verbigracia, sugerencia, imitando los resúmenes al inicio de cada capítulo). Y se echa en falta algo más de profundidad. Hay condenas al individualismo, la codicia que se está instalando en la sociedad moderna y la inhumanidad del ejército ruso que no arañan hasta el fondo.

Sin embargo, aceptando las coordenadas de la obra, ensoñación, evasión, ilustración, deja muy buen sabor de boca. Es lo que buscaba el autor; es lo que ha conseguido.

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