NO HABRÁ PAZ PARA LOS MALVADOS
Nacionalidad: España, 104 min. Director: Enrique Urbizu. Actores: José Coronado, Helena Miquel, Juanjo Artero, Karim el Keram
Declaración de intenciones del título, en línea con Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto (Agustín Diaz Yanes) o la última película de Sidney Lumet. El guión de No habrá paz para los malvados es impecable, fundiendo las dos caras de la ley en su protagonista, policía degradado, perro viejo apaleado, hombre activo, agresivo, solitario y autodestructivo. José Coronado lo borda, salvo en fugaces momentos que pretende emular a Javier Bardem en No es país para viejos. Arranque poderoso, tan alto que es inevitable una leve desaceleración en el inicio del segundo acto. La subtrama de la juez y el comisario ofrece un extraño contrapunto. Tiene mucha menos intensidad pero muestra, con muchísima sutileza, las rencillas, corruptelas y negligencias más o menos dolosas entre estamentos policiales y su desconfianza del judicial. La cantante Helena Miquel parece una jueza; Juanjo Artero, por intentar desmarcarse tanto de Coronado y el Charlie de El comisario, parece un mayordomo. La trama islamista es la única concesión a la galería, aunque resuelta con efectiva sencillez. El final es desconcertante por abrupto y original por el mismo motivo. Excelente el ritmo, fotografía con marcados claroscuros, y música muy en la línea del género.
En su desesperada búsqueda del espectador perdido, el cine de autor y la comedia españolas están más perdidos que nunca. El de suspense/terror y el policíaco aguantan el tirón. Enrique Urbizu, como en anteriores filmes suyos o como en Celda 211 de Daniel Monzón, edifica sobre firmes pilares: guión sin fisuras, ambientación hiperrealista, protagonista fascinante, actor sobresaliente. Magnífica película.
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