viernes, 9 de mayo de 2014

Cuatro dilemas forasteros

 Publicado en el suplemento Bellver de Diario de Mallorca el 8/5/14


PASEO DE RONDA

1.¿Imprevisible o impredecible? Vuelvo a la carga. El éxito de Ocho apellidos vascos en taquilla ha sorprendido a muchos. A casi todos, o todos, los que viven o pululan por la industria audiovisual. Ha superado a Titanic, Los otros y Lo imposible como la película más vista en España en todos los tiempos. Separemos conceptos: Los records, por lógica intrínseca, están para batirse. Eso es previsible. El que el podio actual esté ocupado por una película española, francesa o norteamericana sí que es impredecible. La pregunta que todo el mundo se hace es ¿Por qué Ocho apellidos vascos y no la triunfadora de los Goya, Vivir es fácil con los ojos cerrados?

2. ¿Oportunista u oportuno? El lobo de Wall Street trata un tema de máxima actualidad (los mordiscos de los tiburones financieros al resto de desvalidos humanos), está dirigida por uno de los directores actuales más reputados (Martin Scorsese) y protagonizada por uno de los actores más cotizados del planeta (Leonardo Di Caprio). Sin embargo Martinez-Lázaro, Karra Elejalde  y Clara Lago les han rebasado en un visto y no visto. Se apunta a que se ha visto favorecida por las tensiones territoriales actuales en nuestro país. Ejem, ¿tensiones dónde? ¿La película está ambientada en Cataluña? ¿Los protagonistas son un pepero madrileño y una simpatizante de ERC? ¿Hay alguna mención a los cuestionados subsidios agrarios en Andalucía? Más preguntas retóricas: ¿Hubiera tenido el mismo éxito esta película hace una década, cuando ETA seguía matando y la kale borroka sí que asustaba? ¿Hubiera sido posible siquiera rodarla?

3. ¿Merecido o afortunado? Saltemos a la embarrada cancha de qué es y no es calidad. Humor chabacano versus inteligente, tosco vs. elaborado, Chiquito de la Calzada contra Woody Allen.  Ahí, en los mecanismos del humor, entramos en terra incognita. Hay manuales para comediantes (The comic toolbox de John Vorhaus) y estudios más globales (el reciente The humor code, Peter McGraw) que dan pistas pero no axiomas. Afortunadamente. A mi, Ocho apellidos vascos me dejó la agridulce sensación de que podrían haber trabajado más los personajes y las situaciones sin perder la chispa. No me creí nada pero me reí. Igual que me rio con El Casta. Pero disfruto más, me dan ganas de volver a verlas muchas veces, las películas de Wes Anderson. 

4. ¿Cambiará algo o seguirá todo igual? Me temo que lo segundo. Los datos son elocuentes: el público español es tan fiel a la ficción televisiva made in Spain como infiel a la cinematográfica. Por chiquicientos motivos, destacando entre ellos el pecuniario. Cuando una serie no gusta se zapea de canal; cuando una película no gusta y se han pagado 6-8 euros por cabeza, no se vuelve al cine en tres meses. Y si la película era española, la bola negra contra nuestros sufridos autores puede durar un año. Martínez-Lázaro, Elejalde y Lago van a lograr que varios millones de españoles le den una oportunidad más al cine español. Una sola.

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