CHE, GUERRILLA
Nacionalidad: Estados Unidos, Francia, España, 131 min.
Director: Steven Soderbergh
Actores: Benicio del Toro, Joaquim de Almeida, Catalina Sandino Moreno, Oscar Jaenada.
La segunda parte de la hagiografía del carismático guerrillero cubano-argentino se centra en su aventura boliviana, saldada, como todos sabemos, de forma trágica.
Es interesante el contraste entre las dos partes. La primera (Che el argentino) se contagia del entusiasmo de los insurgentes y su triunfo gracias a su combinación de ilusión y determinación. Esta segunda muestra la cruda realidad de las revoluciones: por una que triunfa, muchas otras fracasan. Che Guevara creyó que en Bolivia había el caldo de cultivo para repetir el éxito de Cuba. Pronto se constató que pintaban bastos: ni los campesinos ni los dirigentes del Partido Comunista del país andino creían en la opción violenta; les faltaba un líder carismático como Castro; y al Che lo vieron desde el principio como un extranjero, un forastero, minimizando aún más la viabilidad del proyecto insurgente. Durante la larga crónica de su anunciada muerte se constata que el Che iba a piñón fijo, su frialdad y determinación le ayudaron en las decisiones inmediatas, pero careció (se obcecó en triunfar o morir) de una mente abierta para buscar otra estrategia u otro país al que exportar la revolución. Todo esto lo cuenta Soderbergh con un agradecido distanciamiento emocional (evita, por ejemplo, desarrollar lo que pensaban su mujer o sus amigos de él, para no caer en el melodrama), un exceso de minutaje (la parte central del filme es muy monótona), una realización espartana (con el único apunte creativo del plano subjetivo durante el ajusticiamiento) y una excelsa actuación de Benicio del Toro, productor además de protagonista.
Che, guerrilla, confirma la falta de sentido de la mesura de Steven Soderbergh. Se ha emocionado en ponerse en la piel del guerrillero, sin salirse un milímetro del guión de sus diarios, y se ha olvidado del espectador. Con una dosis de paciencia es un interesante retrato de la ceguera y limitaciones de las revoluciones. Y regala otra gran interpretación de Benicio del Toro.
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