martes, 24 de marzo de 2009

Junio del 59

Publicado en el suplemento Bellver de Diario de Mallorca el 26/3/09


CINE. El 4 de ese mes se exhibió en el Festival de Cannes Los 400 golpes, de François Truffaut. El 10 de junio, se estrenó Hiroshima mon amour de Alain Resnais. En mayo de 1960 debutó Jean-Luc Godard con Al final de la escapada (A bout de souffle).

Estos tres cineastas, junto con Claude Chabrol y Jacques Rivette tenían un fuerte vínculo común. Compartían experiencia previa como guionistas y eran colaboradores de la revista Cahiers du Cinema. Su salto casi simultáneo al ruedo y el revuelo que generaron se tradujo en un bautismo: Nouvelle Vague.

Cahiers du Cinema supuso la rebelión de unos instruidos y descreídos jóvenes contra el anquilosamiento de la vieja guardia (René Clair, Julián Duvivier) y el izquierdismo obtuso de intelectuales como Georges Sadoul. No entendían el ninguneo a directores como Hitchcock, Orson Welles o John Ford. Su cultura y sensibilidad les indicaban que esos directores eran unos maestros, independientemente de su nacionalidad o el continente y la industrial cultural para la que trabajaran.

Por ego, o por auténtico impulso creativo se animaron a seguir sus pasos, a saltar del sillón del cine a la silla del cineasta. Combinaron un indecorosa falta de humildad (obsesión por atribuir al director la autoría única de la película; nepotismo al utilizar las críticas de Cahiers en beneficio propio) con un loable entusiasmo y ambición creativa. Buscaron la esencia del cine (presupuesto bajo, preferencia por localizaciones reales e iluminación natural). Experimentaron (con lógicos aciertos y fracasos) con la construcción narrativa, los encuadres de cámara y el montaje. Agitaron a los espectadores con esas trangresiones formales y removieron sus conciencias, profundizando en las limitaciones y la cobardía de la pequeña burguesía. Como humanos que eran, tuvieron filias y fobias. Adoptaron a Jean Pierre Melville como un hermano mayor; arrinconaron a Louis Malle y machacaron a Claude Lelouch.

La herencia, el legado de la Nouvelle Vague no es patente a primera vista pero sigue ahí: El decálogo Dogma de Lars von Trier y amigos comparte muchos de sus principios. El 8mm y el 16mm se han reconvertido en el cine digital, con las mismas oportunidades para abaratar costes y dar un toque más natural a las películas; y similares recelos de los distribuidores. El deconstructivismo narrativo actual bebe de los experimentos de Godard, y al mismo tiempo Al final de la escapada resiste las embestidas del tiempo como una de las historias de amor más fascinantes y conmovedoras de la historia del cine. Y el dilema entre cine de autoría colectiva o individual sigue generando idénticos y encendidos debates, contradicciones, matices, hipocresías y obras maestras fruto de, o a pesar de, esa maniquea y estéril clasificación. Ah, y El cine según Hitchcock, de Truffaut (Alianza Editorial), sigue siendo una magistral, imprescindible lección de cine.

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