“Macario era leñador en aquel pueblecito. Padre de once hijos andrajosos y hambrientos, no deseaba riquezas, ni cambiar por una casa bien contruida el jacal que habitaba con su familia. Tenía, eso sí, desde hacía veinte años, una gran ilusión. Y esta gran ilusión era la de poderse comer a solas, gozando de la paz en las profundidades del bosque y sin ser visto por sus hambrientos hijos, un pavo asado entero.”
Así arranca Macario, una curiosa versión de El Séptimo Sello que, increíble, nunca ha sido publicada en España (se puede conseguir la edición mejicana en las grandes librerías de Internet). Su autor, B. Traven vuelve a la actualidad porque se acaba de reeditar en España (ediciones Acantilado) El tesoro de Sierra Madre.
Para los cotillas, Traven fue, junto con Salinger y Pynchon, uno de los escritores más celosos de su intimidad en el siglo XX. Tres décadas después de su muerte comienzan a aclararse bastantes detalles de su vida. Su identidad inicial y lugar de nacimiento son aún dudosos. Se ha confirmado que entre 1907 y 1922 vivió en Alemania como Ret Marut y que salió por piernas del país por sus escarceos con la extrema izquierda. En Méjico se asentó y sembró el misterio sobre su identidad negándose a ser entrevistado o jugando a Mortadelo, como el Hal Croves que trató con John Houston. Llegó al punto de que la revista Life ofreció 5000 dólares al que desvelara su identidad, sin éxito.
Para los bibliófilos es el autor de varias obras imperecederas del siglo XX. El tesoro de Sierra Madre, El barco de los muertos o El puente sobre el río. Y un reguero de relatos y novelas cortas, como Macario o Canasta de cuentos mejicanos. Cada una se merece, por sí sola, un artículo propio en este suplemento.
Para los cinéfilos, Traven es le hombre que puso en bandeja a John Houston los Oscars al mejor director y mejor guión por El tesoro de Sierra Madre. Película redonda, además de la historia, por las memorables interpretaciones de Humphrey Bogart, Tim Holt y Walter Houston (padre del director y que obtuvo el Oscar al mejor actor de reparto). La película de Houston es la más conocida, aunque no la única adaptación de Traven. El resto de su producción literaria ha sido trasladada a la gran pantalla, con irregulares resultados.
Lo que más impresiona de Traven, pasados treinta años de su muerte y más de medio siglo desde las primeras ediciones, es la sorprendente actualidad de sus obras. La desquiciada codicia de Bogart en El tesoro de Sierra Madre es equiparable a la de Madoff o el resto de desalmados banqueros que han provocado la crisis financiera actual. La emocionante búsqueda de un chico en El puente sobre el río guarda, salvando las distancias, sorprendente parecido con la de Marta del Castillo en Sevilla. Y los marineros explotados en El Barco de la muerte no se diferencian de los niños atiborrados de anfetaminas, trabajando para multinacionales de ropa y calzado deportivo en países asiáticos. Traven murió en su anhelado y exacerbado anonimato; su obra permanece más viva y lacerante que nunca.
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