No sé si hablar del efecto Obama, el efecto Gasol. O simplemente que consideran (más incluso que Javier Bardem) que la chica de Alcobendas es una angelina (por Los Angeles, no por la Jolie). El caso es que la bizetiana y racial Maria Elena de Vicky Cristina Barcelona se ha llevado el Oscar al zurrón haciendo lo que se esperaba de ella, hembra latina y con carácter. Enhorabuena a ella y a Woody Allen por seguir entreteníendonos.
Sobre el triunfo absoluto de Slumdog Millionaire, repito que no es una gran película. Es muy resultona visualmente pero su mirada, por mucho que intente disimularlo, es postcolonialista y con escaso reflejo de la complejísima realidad de la India. Es cierto que El curioso caso de Benjamin Button no era un rival para ella. Es igual de hueca y más tediosa. La única explicación que veo al éxito de Danny Boyle y Pe es que los académicos se han contagiado de la Obamanía. Quieren vender al mundo que están más abiertos al mundo que nadie y lanzar un mensaje optimista ante la crudeza de la crisis. Los indios (de la India) están de enhorabuena, porque este año van a recibir un aluvión de turistas. En los premios a la interpretación una sola sorpresa, y a medias. Sean Penn ha desbancado a Mickey Rourke como actor protagonista. Penn no se ha mordido la lengua, incitando a Obama a promover los matrimonios gays y animando a Rourke a seguir luchando. No es noticia la estatuilla de Heath Ledger, incontestado desde su morboso fallecimiento; ni la de Kate Winslet, igual de merecida. Los premios al mejor guión han ido a Slumdog Millionaire y Milk. Wall-E sigue hinchando la sala de trofeos de los genios de Pixar.
En el cuarto oscuro de los damnificados, una dolorosa injusticia. Vals con Bashir es para mi la mejor película de toda la gala. Pero critica al ejército israelí, y todos sabemos qué lobby tiene mayoría absoluta en los despachos financieros y creativos de Hollywood. Lo dicho, enhorabuena una vez más a Pe.
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