VALS CON BASHIR
Nacionalidad: Israel, Alemania, Francia 115 min.
Director: Arie Folman
Actores: (Animación)
La película israelí nominada al Oscar a la mejor película extranjera es un relato en formato cómic sobre un trauma bélico. Un director de cine israelí sufre amnesia traumática veinte años después de participar en la guerra de Líbano. Como no recuerda nada, un terapeuta le recomienda que busque a sus compañeros de batallón y que éstos le ayuden a reconstruir los recuerdos. En esa búsqueda le van contando historias, que culminan en la matanza de Sabra y Chatila, perpetrada por los falangistas cristianos pero consentida por sus aliados judíos. El protagonista acaba conociendo que él fue uno de los soldados que vieron como entraban los falangistas y, por órdenes superiores, se cruzaron de brazos ante la evidente masacre.
La dosificación del horror es gradual. Historias inusuales (el soldado que nada una noche entera por mar abierto, el sueño de la sirena, el soldado bailando ante los francotiradores, los chicos saliendo desnudos del mar bajo las bengalas…) y probablemente reales. Poco a poco se va cociendo el horror, matizado por los insertos presentes de falso documental. Y al final sí cierra con imágenes reales, para recordar que ese horror ocurrió. El tratamiento visual también es impactante. Las escenas oníricas recuerdan a Miyazaki (El viaje de Chichiro); en los episodios bélicos Folman potencia, como Hugo Pratt (Corto Maltés), las luces y sombras. También juega con escenas monocromáticas, bicromáticas o, más esporádicas, a todo color. Las escenas del presente (bares, casas) tienen una deliberada tosquedad motriz. La música combina temas clásicos en las escenas más dramáticas con pop de los 80 asociados a recuerdos de los soldados.
La lectura de la película es obvia. Narra unos hechos de hace dos décadas, pero recuerdan demasiado a episodios protagonizados por el ejército israelí desde entonces. Es un un ejercicio de memoria más, y más necesario que nunca, de que en las guerras no hay causas justas porque siempre los más débiles, los civiles, reciben la peor parte. Impresionante en fondo y forma. Imprescindible para cualquiera con un mínimo de interés por la coyuntura mundial y aprecio por la vida humana.
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