lunes, 2 de febrero de 2009

El cine español existe


Publicado en Diario de Mallorca el 3/2/09

ANALISIS - PREMIOS GOYA 2009

Un año más, cara nueva en el escenario y las caras de siempre en la platea. Carmen Macchi sustituyendo a Jesús Corbacho frente al micro y la Muchachada Nui del manchego Joaquín Reyes a la tropa catalana de El Terrat en los sketches cómicos. Se nos vendió como el año de la austeridad y la brevedad, pero ni los guionistas del evento ni la marujona de Aida estuvieron a la altura del aforismo de Gracián. Alguna sonrisa, alguna leve puya a las autoridades por no ayudar más al gremio, algún compadreo con las dos estrellas invitadas (Penélope Cruz y Benicio del Toro), tímidas quejas de la crisis, tímidas incitaciones a no arrojar la toalla, fotos y besos para todos.

Los premios me han parecido justos. Camino ha tenido el valor de atacar un tema muy delicado e ingrato de cara a las audiencias. No es un filme redondo pero Fesser ha arriesgado más que Cuerda. Merecidos los homenajes póstumo a Rafael Azcona y en cuerpo presente a Jesús Franco. Inmerecidas, aunque sus autores conocen las reglas del juego, las derrotas de Los crímenes de Oxford y Sólo quiero caminar. Los premios a Pe y Be despiden olorcillo. No insinúo que estuvieran amañados, sí que les soplaran que habían ganado para ganarse su presencia. Al(modóvar) y Am(enábar) no se dignaron a acercarse para hacer bulto, sabedores de que el año próximo se batirán en sanguinario duelo por las devaluadas estatuillas. En el duelo de novatos es más original la película de Vigalondo que la de Zannou, pero el neorrealismo vende más en los certámenes.

Hace unos años los bajoaragoneses se echaron en masa a la calle con el lema “Teruel existe”. Los premios Goya me han dado la sensación de ser un grito igual de desesperado para captar la atención del esquivo público. Mucho gimoteo que no cuadra con las cifras: El año pasado se produjeron 173 películas. Trabajo no ha faltado, financiación tampoco, la piratería la sufren igual, o más, los americanos. ¿Por qué no dedican menos energías a lamentarse y más a encontrar la tecla, el punto G, –no es fácil, lo sé – para seducir a nuestros espectadores?

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